Nos lanzamos una vez más a la aventura de subir una montaña. En esta ocasión se trata de la de Arinaga, monumento natural ubicado en el este de la isla de Gran Canaria.
- Dónde: Agüimes.
- Duración: Poco más de 1 hora.
- Dificultad: Baja.
- Imprescindible: El habitual en zonas del sureste: agua y protección solar. Descargar el track Descargar artículo en PDF
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Preludio de un ascenso
Se ha convertido ya en rutina. De nuevo la promesa de vistas desconocidas nos invita a subir a una nueva cumbre. En esta ocasión el objetivo es modesto, un cono volcánico de apenas 199 m de altitud muy próximo a la costa.
Hablamos de la Montaña de Arinaga. Una elevación que destaca sobre el paisaje llano que domina el este de Gran Canaria, y que sin duda habrás sobrevolado de cerca si has viajado en avión a la isla.
Diseñamos sobre el mapa una ruta de ida y vuelta por dos caminos diferentes con la idea de descubrir este Monumento Natural, y nos lanzamos a la microAventura. Temprano, con la idea de evitar las horas centrales del día nos dirigimos a nuestro punto de partida: el cercano faro de Arinaga.
De primeras damos la espalda a la montaña, pues el mar, tan cercano, ejerce aquí sobre nosotros su habitual magnetismo. Nos asomamos al risco, recorremos con la mirada la costa de norte a sur y dedicamos un rato a disfrutar de la soledad y el silencio que reina en el lugar a estas horas. Un último vistazo al horizonte antes de partir nos revela la tímida presencia de la isla de Fuerteventura, cuya silueta se atisba vagamente sobre el mar.
Pero hemos venido a subir una montaña y, reorientado el objetivo, emprendemos nuestro ascenso impulsados por la energía matutina de un buen café.
El Hombre y la Montaña
Los primeros pasos desde el faro transitan por un pista asfaltada que nos acerca directamente hacia la montaña, cuya base se encuentra muy próxima.
Al poco un cartel nos indica que nos encontramos en un Monumento Natural. Desconocíamos que la montaña de Arinaga ostentara dicha condición. Nuestras expectativas de descubrir un paisaje natural digno de admiración se incrementan momentáneamente, para desinflarse de manera desafortunada a poco que avanzamos.
Estamos ya sobre la falda del cono, y comenzamos el ascenso sobre un terreno árido cubierto en gran medida de restos de plástico y basura. Atravesamos un pequeño barranquillo sobre el que se ha realizado alguna obra de canalización y continuamos. Al poco encontramos una primera construcción. Un gran muro curvo recubierto de pequeñas piedras con aspecto de fortaleza. Unos pasos más y vemos otra infraestructura parecida.
En este momento nos invade la sensación de haber visto por el momento más «Hombre» que «Montaña», pero no todo es desolación. Vamos ganando altura y el paisaje que atravesamos nos va regalando vistas cada vez mejores de la costa. Al norte, la playa del Cabrón, al este el faro y al sur la costa de Arinaga y la comarca del sureste.
Las coladas de volcán dibujaron aquí un paisaje de tonos ocres y rojizos de singular belleza. Un terreno moldeado por el incesante azote del Alisio, en el que muy pocas especies se atreven a florecer. Fauna y flora se nos hacen esquivas, y tan solo somos testigos de la presencia de lagartos y cernícalos de un lado, y ejemplares de balos, además de otras pocas especies, del otro.
Un paisaje inesperado
Recorrido un trecho nos topamos de lleno con una suerte de búnker y un túnel excavado en la roca. Poco a poco caemos en la cuenta de que estamos sobre una gran infraestructura militar.
Leemos a nuestro regreso que existió aquí una batería de defensa construida en tiempos de la segunda guerra mundial y que los restos que vemos corresponden a su cuartel, sus nidos de ametralladoras y su importante red de túneles.
Hemos elegido sin saberlo un camino hasta la cima muy particular, pues, tras dejar el túnel atrás iniciamos un pronunciado ascenso a través de una zigzagueante trinchera, que nos llevará ya prácticamente hasta la cumbre. Es esta la esencia de las microAventuras: que el plan original casi siempre mejora con la experiencia.
Estamos ya casi arriba. Las vistas son ahora aun mejores y el recorrido que nos resta es de apenas unos metros. Nos cuesta encontrar aquí la senda y llegamos a la cima casi campo a través. En lo alto nos reciben antenas de todo tipo, antiguas y modernas, que dan fe de lo privilegiado de este punto elevado de la geografía insular. De nuevo más «Hombre» y menos «Montaña»…
Tras dedicar un rato a tomar algunas fotografías iniciamos el camino de vuelta, esta vez a través de una ancha pista de tierra que desciende por la cara sur hasta la base. La última cicatriz en esta montaña cien veces herida.
Cómo llegar
Llegar hasta la Montaña de Arinaga es bien sencillo. Basta con tomar la autovía GC-1 en dirección sur y abandonarla en la salida 23. Siguiendo las indicaciones hacia «Arinaga» el trayecto restante no tiene pérdida. Una vez llegado al casco hay que salir del núcleo poblacional condiciendo en dirección norte. Al poco encontraremos el faro de Punta de Arinaga, inicio de nuestra ruta. Puedes consultar el mapa y descargarte la ruta si lo deseas.
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