Dos meses después de la extinción del gran incendio de Tenerife visitamos una de las zonas más afectadas para reflexionar y observar el avance de una naturaleza que renace imparable.
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El último gran incendio de Tenerife, conocido como el de Arafo Candelaria, se originó el 16 de agosto de 2023 y durante casi tres meses quemó más de 12.000 hectáreas de monte, llegando incluso a superar los límites del Parque Nacional del Teide. El incendio se dio por extinguido 10 de noviembre de 2023, después del trabajo incesante de los equipos de extinción de la isla, reforzados con colaboración del resto de Canarias y España, dejando en nuestra memoria imágenes y actuaciones como las que dedicamos en la publicación Aviones anfibios contra un incendio en Tenerife.
Ahora nos encontramos aquí, en una de las zonas de monte más afectadas por el incendio tras ser habilitada para el paso de personas, donde comprobamos el efecto devastador del fuego, reflexionamos sobre la actuación del ser humano en la naturaleza y cómo esta se antepone con un avance imparable de renacimiento continuo.
Durante el trayecto en coche observamos como el paisaje que recordamos de verde intenso ahora alterna tonos de marrón y negro. En una primera parada visitamos el mirador de Chimague, a pocos metros del popular mirador de Chipeque, al que accedemos caminando, donde el pinar totalmente negro todavía huele a quemado.
Posteriormente nos dirigimos a la torre de incendios de El Gaitero, donde tomamos a pie la pista forestal que lleva hasta el mirador del Lomo Custodio. Aquí, donde hace a penas un año caminábamos por un bosque verde y frondoso, nos encontramos ahora con troncos quemados y pinocha que cae de las copas no alcanzadas por las llamas.
También nos encontramos con signos de recuperación y renacimiento de la naturaleza. Ya es posible observar cómo el pino canario rebrota desde la corteza quemada, así como los eucaliptos se envuelven entre hojas verdes. No es de extrañar gracias a la humedad de la zona, donde la niebla nos envuelve por momentos y mantiene el paisaje mojado para que la materia orgánica generada por el incendio haga su trabajo en el ciclo de la vida.
Una pequeña reflexión sobre la ecología del fuego, que sostiene que los bosques evolucionan junto al fuego como un contribuyente esencial para la vitalidad y renovación del hábitat y su existencia (fuente: Wikipedia) permite mantener la esperanza de que la naturaleza seguirá su curso pese a la acción humana, aunque posiblemente esté mejor sin nosotros, o al menos sin nuestro modelo de vida de espaldas a la naturaleza basado en un crecimiento depredador del medio ambiente.
Si en solo dos meses el bosque demuestra signos evidentes de recuperación, cabe espacio para imaginar cómo sería su vida sin alteraciones humanas.
Reflexiones después del incendio de Tenerife
Sin ninguna duda, una catástrofe como esta permite reflexionar y recapacitar sobre la idoneidad y la sostenibilidad de la forma de organización de las sociedades modernas y su gestión de los recursos naturales. Pese a ello, poder volver a los montes y tomar conciencia de su importancia en la vida del planeta es la mejor noticia.
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