Canarias está salpicada por miles de volcanes que se distribuyen a través de toda su geografía. Normalmente es posible rodearlos o subir hasta su punto más elevado para divisar el interior de su caldera. Pero en algunos casos, como el Volcán del Cuervo en la isla de Lanzarote, tenemos el privilegio de adentrarnos en su cráter.
- Dónde: Tinajo, Lanzarote.
- Duración: 1 hora a ritmo lento.
- Dificultad: Fácil. El sendero transcurre prácticamente en llano salvo por el pequeño descenso al cráter del volcán y su salida.
- Imprescindible: Gorra o sombrero, protección solar y agua. Descargar el track Descargar artículo en PDF
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El Volcán del Cuervo, también conocido como la Caldera de Los Cuervos o con el nombre de Montaña de Las Lapas, es un edificio volcánico originado el 1 de septiembre de 1730. En esta fecha, aquí se abrió la tierra iniciando la primera de una larga serie de erupciones simultáneas que formaron el paisaje actual de Timanfaya.
Pese a su importancia indiscutible, tratándose del centro de emisión representativo del comienzo y el final de la erupción histórica más grande de Canarias (Instituto Geológico y Minero de España), el Volcán del Cuervo pasa casi desapercibido en el paisaje del extenso Parque Natural de Los Volcanes de Lanzarote. Su señalización es mínima, quedando incluso fuera del perímetro del Parque Nacional de Timanfaya, algo contradictorio al tratarse del lugar que lo originó. Sin embargo, esta discreción mantiene al Volcán del Cuervo alejado de las grandes aglomeraciones turísticas que sufren nuestras islas, haciendo que sea un lugar perfecto para disfrutar de la microaventura con total tranquilidad.
El sendero del Volcán del Cuervo
El sendero del Volcán El Cuervo no tiene dificultad. A un lado de la carretera LZ-56, desde una amplia zona de aparcamiento, iniciaremos el trayecto que nos conduce directos al propio cono volcánico por un camino prácticamente llano. Comenzaremos rodeados por el color negro del malpaís, que progresivamente se irá fundiendo con tonos amarillentos, fruto de la liquenificación de la roca.
El camino nos lleva hasta una bifurcación que rodea al volcán por un sector circular, que recorremos con sus paredes inclinadas por un lado mientras que nos distraemos con las extrañas formas de la lava ya solidificada por el otro.
Un viaje al interior de La Tierra
En este tramo circular, mientras rodeamos el edificio volcánico encontramos el acceso al interior del cráter, abierto por un impresionante hueco en la cara noreste del cono, ocasionado por una fuerte explosión ocurrida durante la erupción. Podemos observar la prueba de este acontecimiento en uno de los enormes trozos despedidos de la pared a unas decenas de metros.
El descenso al interior del volcán transcurre por una suave bajada y continúa por una pequeña senda circular que recorre el cráter. Dentro de la caldera, las enormes paredes de roca que nos rodean con formas puntiagudas y diferentes colores nos ofrecen una ligera idea de las condiciones extremas que se dieron en plena erupción. Sin embargo, hoy se trata de un recinto de paz, donde la vida se abre paso a través de algunas especies vegetales, insectos y pequeños reptiles que habitan el lugar, donde además nosotros agradecemos el fresco de la sombra y unos grados por debajo de la temperatura exterior.
Diversidad volcánica e historia en el paisaje
Durante buena parte del recorrido, en el horizonte nos acompaña la reconocible alineación volcánica de Timanfaya, una característica cadena de volcanes que recorre toda la zona. El camino sortea enormes coladas de lava que dejan entrever grandes cuevas y túneles volcánicos. Quizás alguna de estas aberturas nos conduzca a las antiguas construcciones sepultadas, como relata D. Andrés Lorenzo Curbelo, Párroco de Yaiza en el año 1730.
1 de septiembre de 1730. Entre nueve y diez de la noche la tierra se abrió de pronto cerca de Timanfaya a dos leguas de Yaiza. En la primera noche una enorme montaña se elevó del seno de la tierra y de su ápice se escapaban llamas que continuaron ardiendo durante diecinueve días. Pocos días después se formó un nuevo abismo y un torrente de lava se precipitó sobre Timanfaya, sobre Rodeo y sobre una parte de Mancha Blanca. La lava se extendió sobre los lugares hacia el Norte, al principio con tanta rapidez como el agua, pero bien pronto su velocidad aminoró y no corría más que como miel. La masa de lava llegó en fin y destruyó en un instante los lugares de Macetas y de Santa Catalina, situados en el valle. El once de septiembre la erupción se renovó con más fuerza y la lava comenzó a correr. De Santa Catalina se precipitó sobre Mazo, incendió y cubrió toda esta aldea y siguió su camino hasta el mar, corriendo seis días seguidos con un ruido espantoso y formando verdaderas cataratas.
Extraído de Hernández Pacheco, E. (1907). Por los campos de Lava. Relatos de una expedición científica a Lanzarote y a las Islas Canarias. Descripción e historia Geológica. Fundación César Manrique.
Aunque la idea de un hallazgo de este tipo suena tentadora para nosotros, la prohibición de abandonar el sendero se encuentra perfectamente señalizada y justificada, así continuamos nuestro camino.
Cerrando el tramo circular del sendero, la vertiente contraria a la entrada del volcán nos lleva del sólido y agresivo malpaís a las suaves arenas negras de las cenizas depositadas sobre el terreno, parcialmente ocupadas por algo de vegetación aislada, haciendo este sector más cómodo si cabe hasta volver a conectar con el camino de regreso.
Finalizada la ruta pensamos en la juventud del paisaje como resultado de un cataclismo del que no ha pasado tanto tiempo, en la historia enterrada bajo las coladas y en el miedo de los pobladores de la isla frente a la visión de tal sucesión de erupciones encadenadas a lo largo de todo este enorme área. Sin duda pudo tratarse de la imagen más aproximada del infierno, en épocas de creencias religiosas que superaban a la ciencia.
Referencias
Hernández Pacheco, E. (1907). Por los campos de Lava. Relatos de una expedición científica a Lanzarote y a las Islas Canarias. Descripción e historia Geológica. Fundación César Manrique.
Instituto Geológico y Minero de España. Bloque errático y cono de la Caldera de Los Cuervos (1730-36)
Instituto Geológico y Minero de España (2010). Parque Nacional de Timanfaya, Guía geológica.
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