El incendio
Han transcurrido apenas unas semanas desde que se dio por controlado el gran incendio que ha afectado gravemente a los montes de Tenerife. No vamos a ocuparnos aquí de un tema tan complejo, que directa o indirectamente nos afecta a todos y donde las opiniones pueden ser tan variadas como lo son los conocimientos y los intereses de cada uno. Nos parece que, al menos en las islas y desde hace unos años, se emplea un lenguaje bastante técnico y a la vez preciso para describir estos fenómenos de naturaleza tan peligrosa a la vez que caóticos e imprevisibles. Y ello refleja, en nuestra opinión, que hay un elevado grado de organización, coordinación y responsabilidad entre autoridades, técnicos y población afectada, hasta conseguir como así ha ocurrido el control del incendio.
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Nuestra entrada de hoy, sin embargo, tiene que ver con el uso de recursos técnicos especiales para sofocar incendios. Nos referimos al empleo de aviones anfibios que hacen su aparición en las áreas afectadas cuando el fuego ha alcanzado ya un cierto nivel de importancia.
Canadair CL-215 T
Volvamos a Santa Cruz de Tenerife. En un ambiente sofocante debido a la calima y las altas temperaturas, sus habitantes se ven sorprendidos por imprevistos vuelos de aviones sobre los edificios de la ciudad. El ruido de sus motores aparece sin darnos cuenta sobre nuestras cabezas seguido también de las desconcertantes sombras que proyectan sus grandes alas. Percibimos ya la caída de las cenizas del incendio, movidas por los vientos, como una débil llovizna de fragmentos de carbón. Es imposible no sentirse emocionalmente afectado cuando sabes que arden los montes de la isla y a ello contribuye ahora la presencia de los aviones, señal inequívoca de la gravedad de los hechos, un incendio forestal al que desde hace horas, se enfrentan, con toda clase de medios, centenares de personas. Efectivos pertenecientes a numerosos colectivos locales, insulares, -también de las otras islas- y nacionales.
Nos ha parecido interesante y oportuno escribir una entrada sobre estos aviones, cuya presencia en las islas comienza a ser cada vez más frecuente.
Si nos abstraemos de la situación del incendio, nos parece que contemplar el vuelo de estos aparatos es en sí mismo un auténtico espectáculo de la aeronáutica. Vamos ha hacer un resumen de los datos que nos parecen más interesantes.
- Se denominan aviones anfibios, es decir pertenecen a una clase de hidroaviones capaces de aterrizar y despegar tanto en el agua como en aeropuertos.
- La tripulación consta de dos pilotos, de cualquier género y un ingeniero/a de vuelo.
- Los CL 215 fueron diseñados expresamente para ser utilizados en la lucha contra incendios forestales por la compañía canadiense Canadair. Para ellos se basaron en un modelo anterior, el PBY, un hidroavión muy utilizado por la Fuerza Aérea de los EEUU especialmente durante la Segunda Guerra Mundial. Tienen una relativamente grande superficie alar, pueden volar a velocidades bajas y tienen una gran capacidad de maniobra.
- Los aviones que han volado estos días en Canarias pertenecen al 43 Grupo de Fuerzas Aéreas con base en Torrejón (Madrid).
- Hay unas 14 unidades CL 215 T (T, seguramente por los nuevos motores turbohélice, más potentes y seguros) y otras tres, más modernas, del modelo CL 415, muy similares exteriormente, aunque usados también para acciones de búsqueda y salvamento, y fabricados ahora por la empresa Bombardier. Están bajo el mando de la Unidad Militar de Emergencias. Existen acuerdos entre distintos ministerios para la adquisición, uso y mantenimiento de estos aviones.
- Pueden cargar entre 5 y 6 toneladas de agua, además de otros productos.
- Toman el agua en superficies muy tranquilas, en nuestro caso en la dársena del muelle, pues el oleaje afecta mucho a la seguridad de las operaciones. El agua se toma por dos pequeñas compuertas en la quilla, al volar en contacto con el agua, de tal manera que, en 12 segundos se cargan en dos depósitos, especialmente situados para no afectar a la estabilidad del avión.
- En solo 2 segundos se descarga toda el agua, no directamente sobre el fuego sino en el borde del mismo. Estas maniobras son muy delicadas pues hay que estar atentos ante la pérdida súbita de peso tras la descarga, las turbulencias del aire caliente, la existencia de humo, la composición alterada del aire por el incendio, la visibilidad reducida, etc.
- La seguridad hace necesaria una aeronave de control para coordinar las acciones de los aviones y otros medios aéreos y tener en cuenta la actividad de las personas que trabajan en la zona, en el momento de la descarga.
- Un Canadair CL-415 puede descargar hasta 400 toneladas de agua en una jornada, haciendo, por ejemplo, un viaje o rotación cada 10 minutos, descargas de 6,000 litros y trabajando 12 horas. Hemos podido comprobarlo estos días en Santa Cruz, pues a veces los intervalos de las rotaciones eran incluso inferiores a los 10 min. y se les veía volar desde primera horas de la mañana hasta prácticamente la puesta de Sol.
- ¡Cada avión puede costar alrededor de 30 millones de euros!
Terminamos
Debemos reflexionar sobre estos catastróficos fenómenos. La perspectiva ecológica nos parece interesante. Los incendios se continuarán produciendo, como ha ocurrido desde siempre, bien por causas naturales o por negligencias humanas. Adaptarnos, planificar considerando el fuego un factor ecológico más, como las inundaciones, las sequías, la erosión, los temporales marítimos o los huracanes; concentrarnos en salvaguardar vidas humanas, los bienes, la fauna, la flora y la diversidad biológica, nuestro paisaje, todo ello debe ser un objetivo colectivo constante y permanente.
Dedicamos estas líneas a todos los que han contribuido a controlar y extinguir este incendio que ha asolado gravemente la isla de Tenerife a finales de este caluroso mes de agosto de 2023.
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