Nos trasladamos hoy a las medianías del sur de Tenerife en busca de un nuevo reto: ascender al Roque de Imoque. Una cima de fácil acceso y hermoso porte que atrae a todo aquel que mira hacia el interior desde la costa sureste de la isla.
- Dónde: Adeje. En el límite con Arona y Vilaflor.
- Duración: Apenas 1 hora.
- Dificultad: Baja. Salvo por la ligera pendiente a salvar. Descargar el track Descargar artículo en PDF
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En busca de un perfil inconfundible
Un recuerdo de un lugar mil veces visto pero nunca antes visitado es con frecuencia semilla de nuevas microAventuras. Tal es el caso de nuestra visita al Roque de Imoque.
Hemos hablado ya en el pasado de roques, y de cómo nuestro archipiélago está plagado de ellos. Producto de una mágica combinación de lava, erosión y tiempo, los hay de infinitas formas y tamaños. Muchos son poco llamativos y pasan habitualmente desapercibidos, a la sombra de otros ejemplares de mayor porte o más bella estampa. No es el caso del Roque de Imoque.
A pesar de estar en la proximidades de otros promontorios de mayor fama, como el Roque del Conde o el Roque de Jama, este de Imoque destaca especialmente por su forma. La cima de esta montaña culmina en una especie de monolito de roca. Un macizo que, en su cara sur, presenta una caída vertical en perfecto ángulo recto.
Desde la distancia su singular cúspide nos parece salida de los bocetos de un dibujante. Uno de esos que en tiempos pasados imaginaba paisajes del lejano oeste para ambientar dibujos animados.
Atraídos así por el magnetismo de su perfil, y tras informarnos convenientemente sobre la complejidad de la empresa, nos lanzamos a ascender al Roque de Imoque.
En una tarde de primavera
Estamos en primavera, el tiempo es agradable y las últimas horas de la tarde invitan a salir a disfrutar de la Naturaleza. Es el momento ideal para saldar nuestra deuda con Imoque.
Subimos hasta la zona de Ifonche, y conducimos hasta el punto de partida de nuestro camino, casi a las faldas de la montaña. El enclave se encuentra a cierta altitud, circunstancia que, unida a la orografía y los vientos reinantes, lo hace propicio para el despegue de parapentes. Atravesamos una zona destinada para tal fin y llegamos al inicio del sendero, un tramo del GR-131.
Recorremos los primeros metros dejando a un lado alguna casa aislada y varias plantaciones de papas, y llegamos al poco a los pies de la montaña. Es aquí donde nos sorprende encontrar una era de considerable envergadura, justo antes de que la pendiente comience a hacerse más pronunciada.
Interpelamos a algunos lugareños, tratando de averiguar más sobre el lugar. Nos cuentan que la era, ubicada justo en un paso entre montañas, se construyó allí para aprovechar el viento independientemente de su dirección.
Dejamos atrás la “Boca del Viento”, pues así se llama este tramo del camino, e iniciamos, ahora sí, la subida al Roque de Imoque.
Por el camino, ciertamente pendiente, disfrutamos de la vegetación típica de la zona, que nos recibe con todo su esplendor de primavera. Tabaibas rojas, cardones, y flores de toda clase tiñen de color el entorno. Un escenario perfecto para una clase de botánica canaria.
Están también muy presentes diversos tipos de líquenes. Xantoria y posiblemente Rochela y Ramalina visten las rocas en su vertiente sur, menos expuestas al viento reinante.
Continuamos el ascenso, lentamente, disfrutando del entorno y de las maravillosas vistas que ofrece. Hay algo de calima, y el cielo no está todo lo azul que nos gustaría. Aun así el panorama nos parece magnífico.
El sendero de subida, aparentemente poco transitado, se pierde por momentos. Vamos y volvemos sobre nuestros pasos en varias ocasiones, aunque en todas ellas encontramos de nuevo el camino. Tras recorrer unos 600m llegamos a la cota de los 1090m. El punto más alto al que podemos acceder por el camino, sin necesidad de trepar.
Llegados a este lugar podemos caminar a ambos lados del cerro que culmina la montaña, y cuya cima está apenas a una decenas de metros sobre nuestra cabezas. Bordeamos entonces ligeramente el Roque de Imoque por el norte para poner colofón a nuestra microAventura. Lo hacemos deleitándonos con su sombre proyectada sobre el valle al atardecer.
El Roque visto desde el Roque. De nuevo ese perfil inconfundible. Ese ángulo recto. Esa silueta que nos trajo hasta aquí y que, como por arte de magia, se vuelve a presentar ante nuestros ojos una vez más.
Tras un breve descanso deshacemos el camino, con la mente puesta ya en otros roques y otras sombras que perseguir.
Amplias panorámicas en derredor
Llegar al Roque de Imoque, como en casi toda microAventura, apenas reviste complicación.
Para alcanzar el punto de partida, en Ifonche, lo más sencillo es dirigirte hacia el casco de Arona y luego continuar hasta La Escalona donde tendrás que desviarte a la izquierda. Lo mejor es que te descargues la ruta, pues además de localizar el punto exacto de inicio del trayecto te permitirá seguir sin pérdida el camino a pie.
El recorrido, de apenas 2km salva unos 100m de desnivel, y se recorre fácilmente en una hora. Es un pequeño paseo que ofrece unas vistas panorámicas espectaculares en tres vertientes: El interior de la isla, el oeste, y el sureste.
Si te apetece un reto algo más exigente, debes saber que es posible llegar hasta el casco de Arona, a través de el mismo sendero en el que iniciamos camino. También tienes como alternativa hacer una ruta circular de unos 7 km que desciende hasta Arona y luego vuelve a subir por la cara norte del roque.
Otras microAventuras en el sur de Tenerife
Si te encuentras en el sur de la isla y quieres disfrutar de otras microAventuras, no puedes perderte nuestra visita al relativamente cercano Paisaje Lunar o las experiencias vividas en Morro Grueso y Pico Yeje.
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