El caminante de las islas no se encuentra habitualmente con grandes distancias que recorrer. Los trayectos son cortos porque las islas son relativamente pequeñas. Sin embargo, la orografía y en particular la altura de algunas de ellas impone mucha dificultad al viajero. El más emblemático de los trayectos, sin duda, es el que conduce a la cumbre del Teide. Aunque hoy podemos trasladarnos fácilmente desde cualquier punto de Tenerife hasta lo alto del Pico en apenas unas horas, no lo fue tanto en épocas anteriores, donde tal hazaña, en muchos casos digna de ser recordada, requería de uno o dos días para llevarse a cabo.
- Dónde: Parque Nacional del Teide, Tenerife.
- Duración: Unas 3 horas y media desde el aparcamiento de Montaña Blanca.
- Dificultad: Alta. Trayecto en entorno de alta montaña con elevada pendiente y terreno muy irregular. Descargar artículo en PDF
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Tan largo y dificultoso viaje se dividía necesariamente en tramos o etapas, con sus lugares para el descanso de los hombres y de las bestias o animales de carga, tan necesarios para transportar personas, agua, víveres, carbón, mantas, incluso instrumentos científicos.
Ernst Haeckel, el eminente naturalista alemán, en Una ascensión al Pico de Tenerife describe con detalle su viaje, desde la llegada al puerto de Santa Cruz el mediodía de 22 de noviembre de 1886 hasta culminar el ascenso al Teide, cuatro días después.
Diremos que las etapas principales del viaje fueron: Santa Cruz, La Laguna, Tacoronte, El Sauzal, La Matanza, La Victoria, La Villa de la Orotava.
La Villa marca realmente el punto de inicio del ascenso al Teide. Hay que atravesar cinco zonas de vegetación, la primera con plataneras, palmas y dragos, la segunda es la zona de cultivos de clima templado como vid, castaños, naranjeros, la tercera, es el bosque de laureles, a la que sigue el pinar que sería la cuarta y finalmente la zona de cumbre caracterizada por las retamas.
Los puntos principales de la subida son El Portillo, la Estancia de la Cera, el pie del Pico junto Montaña Blanca, la Estancia de los Ingleses, Alta Vista – donde el astrónomo Piazzi Smyth instaló su observatorio- , la Cueva del Hielo, la Rambleta y finalmente la cúspide.

La Estancia de los Ingleses
“…pero no es como podría pensarse un hotel o refugio sencillo como la Casa degli Inglesi en el Etna en la cual pernocté hace siete años.”
Ernst Haeckel, 1886.
Ya son varias las microaventuras que hemos narrado por distintas zonas del parque. Una de ellas la llevamos a cabo un 27 de noviembre, con unas condiciones meteorológicas duras que confirmaron la regla de que -como le dijeron a Haeckel- noviembre no es un buen mes para intentar el ascenso al Pico. Aunque él lo intentó y logró subir.

¿Qué es, dónde se encuentra, cómo llegar, quiénes, cuándo y por qué la llamaron Estancia de los Ingleses?
Intentaremos responder a estas preguntas. Para empezar no es lo que a primera vista pueda pensarse, una construcción por simple que sea o algo parecido. Se trata nada más que de un conjunto de bloques de lava, de gran tamaño, algunos de cinco o seis m de diámetro que, como fantásticas lágrimas, se han desprendido de una de las coladas negras, rodando por la pendiente hasta quedar detenidos en un pequeño rellano. Algunos improvisados muros de piedra a modo de cortavientos completan la Estancia.

Para llegar a la Estancia es necesario recorrer los casi cinco km de la pista de Montaña Blanca. Se llega entonces a la base del Teide, donde comienza el sendero zigzagueante que conduce al cráter. Aproximadamente a un km de distancia la pendiente que es bastante pronunciada se suaviza y por momentos desaparece. El camino se ensancha y puede verse una serie de bloques de distinto tamaño desperdigados por el lugar. Este pequeño llano, es lo que se conoce como Estancia de los Ingleses, un lugar donde los viajeros pasaban la noche resguardandose del intenso frío. Todavía a estas alturas era posible recolectar algo de leña de retama y utilizarla para calentarse. Era lugar de parada obligatoria para descansar. Los animales imposibilitados para continuar aguardaban aquí mientras los expedicionarios recuperaban fuerzas para acometer de madrugada el tramo restante de la subida.
La Estancia está situada a una altura de unos 2950 m.

Buscando donde aparece escrito este nombre por primera vez encontramos que el nombre de Estancia ya figura en el primer relato conocido (1588) de un ascenso al Teide, hecho por el ingeniero italiano Próspero Casola y que define con claridad inmejorable las condiciones del lugar:
“…llegamos al pie del monte,que dizen las Estancias que es donde dexan los cavallos porque no pueden pasar de allí, a las cinco de la tarde dormimos aquella noche debajo de la capa del cielo…, pero con mucho frío y viento…”
Próspero Casola, 1588.
Otro relato posterior (1658), de Thomas Robert Sprat, narra una excursión de cinco comerciantes ingleses residentes en la isla, que se dedicaban al floreciente comercio del vino.
Otra narración famosa es la que hace el célebre científico inglés Robert Hooke (Royal Society), que le refirió un amigo identificado como Mr. G. T. sobre el ascenso que había hecho en agosto de 1674 junto a varios caballeros a la cima del Teide.
“En este lugar se apearon y descargaron de sus caballos la provisión de víveres y agua…, en un momento se establecieron para luchar contra los inconvenientes de la noche, reuniendo en primer lugar una buena cantidad de madera de un pequeño arbusto llamado Retama.., y cuando está seco arde muy bien, y después de haber conseguido suficiente madera, trataron de protegerse del penetrante frío, apilando un muro de piedras por el lado de barlovento y haciendo un buen fuego con los arbustos secos que habían recogido para calentarse.”
Robert Hooke, 1674.
Viera y Clavijo cita la subida narrada por J. Edens, de cuatro ingleses y un holandés, hecha en 1715.

Parece por tanto que el nombre es debido a las frecuentes subidas hechas por estos residentes ingleses. Seguramente fue creado por los guías o prácticos canarios necesitados de identificar y distinguir esta Estancia de otras existentes en el trayecto.

Como Estancia de los Ingleses figura en el relato del ascenso que en septiembre de 1761 hizo el inglés George Glass:
“A eso de las cinco de la mañana volvimos a montar, y caminamos despacio como una milla, pues el camino era aquí demasiado empinado como para ir a caballo, y nuestros animales estaban ahora cansados. Al fin nos encontramos entre algunas grandes rocas sueltas, con una choza construida con aquellas piedras sueltas, el nombre de aquel lugar, según nos dijo nuestro guía, era Estancia de los Ingleses (o sea el lugar de descanso de los ingleses), así llamado, supongo, por algunos ingleses que allí descansaran en el camino para visitar el Pico, pues nadie hace este viaje sino los extranjeros y algunas pobres gentes de la isla, que se ganan la vida recogiendo azufre; los españoles acomodados no tienen curiosidades de este tipo.”
George Glass, 1761.
Sin embargo, la cita más antigua debe ser la del padre Louis Feuillée, encargado de medir el Teide y que subió al Pic en 1724, refiriéndose a este lugar como Estance des Anglois, debido a que “algunos de esa nación…, allí se detuvieron y pasaron la noche”.
Microaventura especial
Subir a la Estancia de los Ingleses, no es precisamente una microaventura, ni podríamos recomendar semejante excursión de casi 12 km exclusivamente por ese único motivo. La Estancia es normalmente un lugar de paso, y el intenso frío del otoño o del invierno y el cansancio que produce la subida hace que prácticamente no reparemos en ella. En cualquier caso puede servir como improvisado refugio ante las inclemencias meteorológicas que se pueden presentar en el Teide. Todos los viajeros lo describen como un lugar de descanso, sitio para protegerse del frío y del viento helado. Incluso pasar la noche. Una estancia siempre necesaria, para dejar los animales, descansar y dormir lo suficiente para acometer el tramo final de la subida.
Si haces la ascensión al Pico, tenlo en cuenta y localiza este curioso sitio. Deja por un momento las prisas y detente un rato. No te imaginas la cantidad de sombras de hombres ilustres, que deben moverse por allí, entre los enormes bloques de lava. Y no solamente ingleses, italianos, franceses, alemanes, españoles y de tantas nacionalidades, ni solamente hombres ilustres, sino, guías, arrieros, recolectores de azufre, de hielo, artistas y curiosos. Comparte con ellos el enorme placer de contemplar uno de los paisajes más hermosos de nuestro planeta, y no es exageración.

Referencias
Libros
- Haeckel, Ernst. Una ascensión al Pico de Tenerife. Ediciones Idea. 2009.
- Tous Meliá, Juan. La Medida del Teide. San Cristóbal de La Laguna. 2015.
- Viera y Clavijo, Joseph de. Historia General de las Islas Canarias.Tomo I. Goya Ediciones. 1967.
- Glass, George. Descripción de las Islas Canarias 1764. IEC. Tenerife 1976.
- Herrera Piqué, Alfredo. Las Islas Canarias, escala científica en el Atlántico. Rueda. 1987.
- An Account of a Journey from the Port of Oratava in the Island of Tenerife to the Top of the Pike in That Island, in August Last; With Observations Thereon by Mr. J. Edens
En Lainakai.com
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