Esta microAventura que estamos a punto de relatarte es de esas que tienen historia. Nos lanzamos a la búsqueda de un tesoro natural, un fantástico castaño centenario cuyas colosales dimensiones le han valido no poca fama durante generaciones.
- Dónde: La Orotava.
- Duración: Una paseo de una hora por los alrededores del área recreativa de La Caldera.
- Dificultad: Baja.
- Imprescindible: Buen calzado y agua. Descargar artículo en PDF
(Exclusivo para suscriptores)
En busca de un árbol monumental
Oímos hablar de él por primera vez en un libro: el fantástico relato de la escritora cubana Dulce María Loynaz, que lleva por título “Un Verano en Tenerife”. En él cuenta la autora:
“Es un castaño, y el enorme tronco ha tomado un aspecto rugoso, coriáceo, animal casi. El árbol parece más bien un gigantesco paquidermo coronado de ramas milagrosamente verdes […] Ocho personas con los brazos extendidos y las manos juntas hacen falta para abrazar a este gigante.”
Dulce María Loynaz
La sugerente descripción que hace Dulce María de este árbol despierta inmediatamente nuestra curiosidad, de modo que nos lanzamos en su búsqueda. Una búsqueda que iniciamos con la esperanza de que, habiendo sido el libro escrito a mediados del siglo pasado, el árbol esté todavía en pie.
Aguamansa y las inmediaciones de la corona forestal
Sabemos que está en Aguamansa, en las inmediaciones del área recreativa de la Caldera, y allí nos dirigimos, ciertamente con poca fe, pues desconocemos su ubicación exacta.
Iniciamos el recorrido en la antigua piscifactoría del Cabildo, y ascendemos por el camino de la virgen, que lleva a Candelaria, adentrándonos en la corona forestal.
Andamos con paso ligero, oteando el entorno en busca de potenciales ejemplares de castaño, o castañeros, como también los llamamos en las Canarias. Avanzado un trecho alcanzamos la Choza de Pedro Gil, un cruce de caminos que conecta con una de las rutas de senderismo habituales de la zona. Hemos estado ya aquí en el pasado, cuando nos adentramos en estas tierras para recorrer la Ruta del Agua.
El paisaje hoy es distinto, más seco que el que encontramos en nuestra última visita, y las inmensas poblaciones de Usnea barbata que cuelgan de los pinos no lucen en esta ocasión cubiertas de agua de rocío.
Es territorio conocido, y sabemos que no hay castaños en las proximidades, aun con todo la paz que se respira invita a prolongar el paseo. Al cabo de un trecho, alargando la mirada hacia la costa, alcanzamos a atisbar en la zona baja otro tipo de vegetación, pues algunos manchones de vivo color verde salpican el paisaje aquí y allá.
Damos entonces con una pista a la izquierda, una suerte de carretera, cerrada con una valla para vehículos, que desciende ladera abajo.
Entendemos que se trata de una pista forestal que el Cabildo mantiene cerrada para evitar el tránsito de vehículos, de modo similar a los accesos cortados que encontramos habitualmente en Las Cañadas, y decidimos probar suerte adentrándonos por él a pie.
A través de una selva de zarzas y ciruelos
La pista, que en sus inicios presenta todavía las habituales marcas paralelas de rodaduras, pronto se torna casi intransitable. La vegetación la cubre prácticamente en su totalidad y, a medida que avanzamos, se hace más difícil recorrerla.
Pasados unos minutos helechos y zarzas cubren ya todo el camino. Algunos ciruelos de fruta pequeña se dejan entrever aquí y allá y lo tupido de la vegetación nos hace plantearnos retroceder en más de una ocasión. Sin embargo está claro que estamos en un camino, una senda que otrora llevaba a algún lugar concreto, y decidimos continuar, hasta el punto de que nos fuese imposible el avance.
Es entonces cuando aparecen ante nosotros los primeros castaños. Al poco llegamos a un claro, un llano en el que la vegetación se abre y se revela ante nosotros un magnífico ejemplar. Un gran árbol cuyo tronco está prácticamente hueco, como si hubiese sido partido por un rayo. El agujero es tan grande que cabemos dentro de él, y sin embargo permanece verde y frondoso a pesar de semejante herida.
Animados por el descubrimiento continuamos trayecto abajo, no sin antes hacernos la obligada fotografía.
Estamos en una finca
Avanzamos un poco más. El terreno se despeja y la pista se vuelve de nuevo evidente.
Cruzamos frente a lo que parece un cuarto de aperos y escuchamos ladridos de perros a lo lejos. Es entonces cuando para nuestra sorpresa aparece ante nosotros una inesperada edificación. Una suerte de casona antigua, encastrada en medio del monte, que supimos a posteriori fue residencia de los propietarios de todo aquel entorno.
Sin saber muy bien cómo, nos hemos adentrado en esta finca magnífica, una propiedad que, a pesar de su estado, evoca en nuestra mente el bullicio que alrededor suyo debió haber en el pasado. Frente a ella se yergue otro fabuloso castaño. ¿Será éste el tan afamado ejemplar, llamado de las siete pernadas?
Es sin duda imponente, pero se nos antoja pequeño, si lo comparamos con el mastodonte que imaginamos.
Avanzamos algo más y nos topamos con una nueva valla y un par de casas, estas más modernas. Es evidente que estamos de lleno en una propiedad privada, a la que hemos accedido por error. Nos disponemos entonces a abandonarla, pensando en continuar nuestra búsqueda por otros derroteros, cuando advertimos la presencia de un vecino. Decidimos entonces preguntarle por el castaño, pues presumimos debe ser conocido en la zona.
El hombre que nos atiende nos advierte que efectivamente estamos en una propiedad privada, que se trata de la antigua finca de don Andrés Arroyo, y que él mismo desciende de la familia propietaria del lugar. Nos confirma la existencia del castaño y nos permite pasar a verlo, pues se encuentra a muy poca distancia, al final de una hilera de ciruelos que está cuidando con esmero.
La suerte está de nuestro lado, pues vamos a poder visitar el Castaño de las Siete Pernadas.
Un ejemplar único
Caminamos unos metros y al poco se muestra ante nosotros, al borde mismo del camino, el fabuloso castañero que veníamos buscando.
No hay duda, éste sí es. Su tronco es inmenso. Lo admiramos, lo rodeamos, lo medimos con una cinta métrica improvisada, y con la que le estimamos más de 12 metros de perímetro. Advertimos además que en el pasado debió ser aún más grande, pues parte de su tronco está partido.
Dedicamos largo rato a su contemplación ¿de cuántas vivencias no habrá sido testigo? Recorremos con cada mirada sus hojas, las enrevesadas cicatrices de su tronco, los “hijos” que le salen alrededor. Contamos también sus ramas, pues el apelativo de las “Siete Pernadas” hace referencia a sus siete grandes ramas, y vemos con desasosiego que ya no son siete.
Pasan los minutos y, cumplido ya el objetivo, iniciamos el regreso, cruzando de nuevo frente a la finca, y agradeciendo enormemente a su propietario que nos haya dejado pasar. Tras un corto trayecto estamos de nuevo en la carretera general, donde termina nuestra microAventura.
Curiosidades
Ya de vuelta, intrigados por la historia de este árbol centenario, dedicamos un tiempo a investigarlo. Descubrimos entonces que está catalogado como árbol monumental por el Cabildo de Tenerife y que, en tiempos pasados se celebraban fiestas y comilonas en su entorno, llegándose a colocar una mesa para meriendas en el propio árbol, que quedaba sostenida por las ramas principales de su base.
La particular silueta del tronco de este árbol se ha quedado para siempre ya en nuestra retina. Tal es así que el destino ha querido que, en el transcurso de investigaciones de otra índole, hayamos vuelto a encontrarnos con él, en las páginas de un libro de botánica francés publicado en 1907 (Les Iles Canaries – Flore de L’archipel. J. Pitard et L. PRoust ).
Cómo llegar
Como te decimos el Castaño de las Siete Pernadas se encuentra en una propiedad privada, por lo que no nos parece adecuado darte la ubicación exacta. En cualquier caso te dejamos en el mapa la localización del espectacular entorno que lo rodea. Si andas por la zona y tienes la suerte de cruzarte con los propietarios, quizás puedas llegar a sentarte unos minutos junto a su tronco, y dejar volar tu mente a tiempos pasados tal y como hemos podido hacer nosotros.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.