La pista de Anocheza es una vía categorizada como pista forestal, que nos lleva desde las medianías del municipio de Güímar hasta el observatorio de Izaña en el mismo Parque Nacional del Teide.
- Dónde: Güímar, Tenerife
- Duración: 9 horas (ida y vuelta).
- Dificultad: Muy alta, debido a su longitud y desnivel acumulado.
- Imprescindible: Abundante agua y algo de comida. Crema solar y gorra o sombrero, chubasquero impermeable y algo de abrigo, tanto en verano como invierno. Descargar el track Descargar artículo en PDF
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Nos encontramos en la pista forestal número 8 de la isla de Tenerife, conocida como Anocheza. Se trata de una ruta larga y exigente, con un alto desnivel acumulado, por la que atravesaremos una amplia variedad de paisajes con vistas increíbles al borde de la ladera de Güímar.
Como ya hemos advertido, la pista de Anocheza es una ruta exigente y por ello requiere planificación, algo de preparación física y disponibilidad de tiempo suficiente para realizarla sin prisas, por lo que comenzaremos a caminar justo al amanecer.
Desde Güímar hasta el Parque Nacional del Teide por la pista de Anocheza
Aunque el inicio de la vía se encuentra establecido en el conocido como «mirador del Puertito de Güímar, iniciaremos nuestra ruta desde la plataforma de despegue de parapentes de la ladera de Güimar, donde hay espacio para dejar el coche (y además ahorraremos un kilómetro de asfalto a pie).
Desde aquí, a 726 metros de altitud sobre el nivel del mar comienza nuestra ascensión hasta el otro extremo de la pista forestal, situado a unos 18 kilómetros para llegar hasta la parte baja del observatorio de Izaña, a 2.333 metros sobre el nivel del mar. Afrontaremos algo más de 1.600 metros de desnivel positivo del tirón, que posteriormente tendremos que descender por otros tantos 18 kilómetros de vuelta.
El inicio de la subida es duro en sus primeros kilómetros, todavía por el final de una carretera de fuerte pendiente que comunica las últimas casas del municipio y las grandes antenas de comunicaciones de Güímar. Al llegar a una primera estación de antenas finaliza el asfalto y comienza la pista de tierra hasta una segunda estación. A partir de este punto dejaremos atrás la civilización para adentrarnos en la corona forestal de Tenerife, donde la pendiente se suaviza (al menos por un rato) y el pinar nos ofrece protección.


La corona forestal de Tenerife, una suerte para la isla (y para el caminante)
Nuestro camino continúa atravesando la corona forestal de Tenerife, la formidable masa de bosque que rodea el interior de la isla hasta el perímetro del Parque Nacional del Teide. Se trata de una suerte de la naturaleza para la vida en la isla, pero también para el caminante.
Esta parte de la subida es benévola, ofreciendo una menor pendiente, menor temperatura y la presencia de la sombra de los árboles, pese a que el pinar es menos denso en esta zona de la isla. Durante este tramo ascenderemos con buen ritmo, incluso casi olvidando la dureza de la ruta, disfrutando de la tranquilidad del bosque y de las vistas que nos rodean.



El contraste entre del mar con las laderas de Güímar y Arico y los detalles del bosque hacen que el camino se desarrolle con relativa facilidad y que el progreso sea rápido mientras nos aproximamos a nuestro próximo hito.
La presencia de la torre de vigilancia de incendios señala el lugar y el momento de una breve parada para descansar, comer algo e hidratarnos en la explanada anterior a la subida que la precede, bien provista de salientes a la sombra, puesto que a partir de este punto la pendiente volverá a endurecerse y la dificultad de la ruta se incrementará. No te asustes todavía, la ascensión en línea recta hasta la torre corresponde al tendido eléctrico y, aunque parece un buen atajo, la pista forestal sigue su camino rodeando la montaña por su parte izquierda.
Poco a poco iremos abandonando la corona forestal, adivinando que pronto saldremos de ella al advertir una mayor separación de los pinos y un endurecimiento progresivo del terreno a nuestro alrededor. En la salida del pinar observamos la clara delimitación, muy drástica y marcada en el paisaje, entre la masa de bosque y la alta montaña.



Entrando en el Parque Nacional del Teide
Tras abandonar la corona forestal no hay duda de que ya nos encontramos en el Parque Nacional del Teide. El pinar da paso a la mezcla de malpaís, picón y tierras de diferentes colores, entre los que contrastan el amarillo y el rojo por momentos. A partir de aquí estaremos expuestos al sol, con temperaturas de 38 grados, así como también desprovistos de sombra hasta llegar al final de la pista forestal. Pero ya divisamos, aunque todavía lejos, nuestro objetivo, el observatorio de Izaña, así como identificamos las figuras que forman el lado sur del antiguo Volcán Las Cañadas y el pico del Teide se asoma más lejos todavía.

Pese a la dureza del entorno y del clima, los últimos kilómetros de subida se disfrutan gracias a los colores de las Cañadas del Teide y sus vistas siempre impactantes, empujados por el ánimo del camino progresado al volver la vista hacia atrás y el hallazgo de nuevos elementos a nuestro paso. El vértice geodésico número 109232 (fuente: IGN) nos indica que ya nos encontramos muy cerca del final, lo añadimos a la colección de Antonio y Pablo y aceleramos la marcha hasta llegar al final de la pista de Anocheza.



La cima solo es la mitad del camino
La pista de Anocheza finaliza en su encuentro con la carretera TF-514 conexión con TF-24-Izaña, a 2.333 metros de altitud sobre el nivel del mar según nuestro dispositivo GPS, donde llegamos transcurridas justo cinco horas después de emprender la marcha al amanecer.
La carretera y las construcciones del observatorio de Izaña nos devuelven a la civilización. El lugar es perfecto para haber dejado un segundo coche o establecer un punto de recogida. Pero en esta ocasión no contamos con ayuda, así que aquí disfrutamos de una victoria parcial, puesto que la cima solo es la mitad del camino, además de un breve descanso a la sombra para recuperar fuerzas con algo de comida y agua antes de emprender el regreso al punto de partida.



Un duro descenso tras una dura ascensión
El sentido descendente de la pendiente aliviará el camino de regreso. Pese a ello, el aumento de la temperatura a lo largo de la mañana, la ausencia de viento y el cansancio acumulado hacen que el descenso sea, al menos, igual de duro que la ascensión. Por ello, la planificación y el estado físico que mencionamos al principio se hacen ahora imprescindibles, recordando que la mitad de los accidentes de montaña se producen durante las bajadas (fuente: revista Oxígeno).
Así que bien aprovisionados de agua, víveres y paciencia emprendemos un descenso lento y tranquilo que nos llevará cuatro horas más, por lo que llegaremos al punto de inicio después de caminar durante un total de nueve horas, 32 kilómetros y 3.200 metros de desnivel acumulado desde que iniciamos el día, finalizando la exigente ruta de ida y vuelta a través de la pista de Anocheza.
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