Visitamos en esta ocasión los Pozos de Nieve de Izaña. De ellos se obtenía hielo en la isla de Tenerife siglos atrás, cuando aún no se había inventado el frigorífico.
- Dónde: La Orotava.
- Duración: Un pequeño paseo a pie de 20 o 30 minutos.
- Dificultad: baja. Descargar artículo en PDF
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Hielo en las alturas
En estos días de calor nos apetece hablar de algo fresco. Como si el simple hecho de pensar en agua y hielo nos ayudase a soportar mejor las altas temperaturas de un verano que comienza.
Son estos pensamientos los que nos traen a la mente una microAventura a la que nos lanzamos a principios de año y que, por una razón u otra, todavía no había sido publicada. Se trata de la visita a los Pozos de Nieve de Izaña.

Los pozos de nieve
Los pozos de nieve son excavaciones en el suelo de cierta profundidad, generalmente de forma cilíndrica, cuyo propósito no es otro que recoger la nieve de las cumbres de las islas.
Construidas en las islas más altas del archipiélago, estas «neveras naturales» se desarrollaron entre los siglos XVII y XIX y se emplearon para obtener hielo que posteriormente era vendido en las ciudades las islas.

El proceso consistía en almacenar la nieve caída durante el invierno en estos pozos, alternando capas de nieve con otras de retama, pinocha y otro materiales. Se obtenía así hielo que era posible conservar durante largo tiempo, y que se trasladaba con bestias a las ciudades, para consumo de aquellos que podían pagarlo.
Los Neveros de Izaña
En el entorno del Parque Nacional del Teide se encuentran tres de estos pozos, todavía bien conservados. Su importancia desde el punto de vista histórico ha motivado que estos Pozos de Nieve de Izaña hayan sido declarados Bien de Interés Cultural en categoría de Sitio Etnológico, por el Gobierno de Canarias. Nosotros visitamos dos de ellos, muy próximos a la carretera, pero habitualmente desapercibidos a ojos del transeúnte ocasional.
Con objeto de hacernos una idea de cómo debía ser su explotación en tiempos pasados decidimos subir en invierno, un día con nieve.

Nos recibe el Parque Nacional con mal tiempo, frío, llovizna y viento. Una mañana muy desapacible. Hay restos de hielo de una nevada reciente, quizás de esa misma noche, y esto nos dificulta el breve pero abrupto ascenso al primer nevero.
Tras unos minutos de sufrimiento alcanzamos el pozo. Nos sorprende su tamaño y lo bien conservado que está. Sus paredes de piedra permanecen casi intactas y algo de nieve se acumula ya en su interior.
Nos da cierto vértigo la profundidad, de unos 7 u 8 metros, y en especial la escalera de piedra que lo recorre de arriba a abajo, a modo de serpiente encastrada de modo imposible en el muro.

Nos acercamos ahora al segundo nevero, muy próximo. Más pequeño pero de similar factura, y dedicamos un breve instante a sacar algunas fotografías. El tiempo nos impide visitar al tercero en discordia, localizado algo más lejos, y nos invita a abandonar el lugar y regresar al aparcamiento.
Hemos cumplido nuestro objetivo, que no era otro que visitar los neveros en época de nieves. Llegamos al coche conversando ya sobre visitar de nuevo el lugar en verano, y poder atestiguar así como cambia con el clima este inesperado paisaje de Las Cañadas.
Tras descansar un rato y habiendo ya amanecido, el tiempo mejora. Es entonces cuando nos acercamos a las proximidades del Corral del Niño, pues no podemos desperdiciar la ocasión de fotografiar al siempre espectacular Teide nevado.

Cómo llegar
Los dos pozos que visitamos se encuentran muy próximos al mirador que se encuentra a la altura del kilómetro 35 de la TF-21, la carretera que da acceso al Parque Nacional del Teide. Puedes aparcar en el propio mirador y acercarte caminando. Más indicaciones en el mapa.
Existe también otra alternativa que consiste en visitar en primer lugar el nevero “de arriba”, que puede interesarte más si te apetece caminar.
Más sobre pozos de nieve y hielo
Si no te has terminado de refrescar con esta microAventura puedes dedicar un rato a leer otras de nuestras experiencias en la nieve, como nuestro relato de invierno en el refugio de Altavista o, ya en otras latitudes, nuestras excursiones en Islandia.
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