¿Imaginas tele-transportarte por un instante a la Segunda Guerra Mundial? Un búnker de la época excavado en la roca es el destino de esta MicroAventura.
- Duración: El trayecto puede llevarte aproximadamente 1 hora ida y vuelta desde la carretera. Luego depende de lo que te entretengas arriba.
- Dificultad: Bastante sencillo, con la salvedad de que es en ascenso.
- Imprescindible: Frontal o linterna no te pueden faltar si planeas entrar al búnker. Con la luz de tu móvil podría valer, pero es más incómodo si por lo que sea tienes que salir corriendo ;-). Descargar artículo en PDF
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El Destino
Los mejores sitios por descubrir suelen ser aquellos de los que tienes conocimiento “de oídas”. Por lo general son lugares que no salen en las guías de viaje, ni en las revistas de las aerolíneas. Simplemente la gente sabe que existen. Habitualmente forman parte de la cultura popular del lugar, hasta que algún aventurero despistado lo descubre y se lo cuenta a sus amigos o escribe sobre él en algún blog.
Nuestro destino de hoy es un lugar así. Se trata de un búnker militar excavado en la roca, localizado próximo al pueblo marinero de San Andrés, en la costa norte de Tenerife.
Como verás a continuación se trata de un lugar que, más allá de ser pintoresco y curioso, está ubicado en una localización privilegiada en lo alto de la montaña. Desde allí podremos disfrutar de unas increíbles vistas de la costa y dar rienda suelta a nuestra afición favorita: la fotografía de paisaje.
Cómo llegar al búnker
Llegar hasta el búnker de San Andrés, que es como se conoce popularmente este lugar, es bien sencillo. El lugar está localizado en el barrio marinero de San Andrés, al norte de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife. (tienes la localización exacta en el «Mapa de la zona»).
Una vez llegados al casco, hay que adentrarse en dirección a la zona donde se encuentran los institutos. Dejando a la derecha el Instituto de FP Marítimo Pesquero (un edificio inconfundible por su forma circular), subimos por la calle “Cercado San Andrés” hasta llegar a la “Pista Militar San Andrés”.
A unos cientos de metros, a mano derecha, comienza la pista de tierra que tenemos que tomar para ascender a la montaña. Está cerrada con una cadena por lo que a partir de aquí tendremos que ir andando. Te dejamos el lugar exacto de comienzo del camino en este mapa:
Unos metros más adelante del inicio de la pista de tierra podrás encontrar aparcamiento para dejar el coche.
A partir de aquí comienza la caminata. Un trayecto de una media hora que nos separa del destino. El camino es bien sencillo, sobre terreno relativamente llano aunque, eso sí, en pendiente ascendente, como era de esperar.
Nuestro plan fotográfico pasaba por capturar el amanecer desde lo alto, por lo llegamos temprano al lugar e iniciamos la caminata de noche. Si haces como nosotros no olvides llevar un frontal para iluminar el camino. Aunque la luz de las casas próximas puede ayudar, lo necesitarás para avanzar con paso firme y seguro. Además, si tienes intención entrar en el búnker, necesitarás iluminación, pues el interior está completamente a oscuras.
Haciendo fotos
Llegados a este punto hay que decir que adentrarse en un búnker militar abandonado de la Segunda Guerra Mundial no es algo que nos apeteciera especialmente hacer en medio de la oscuridad de la noche. Decidimos quedarnos en las inmediaciones y preparar el equipo fotográfico para hacer nuestras fotos del amanecer, nuestro principal objetivo del día, dejando para cuando saliera el sol la aventura de transportarnos al pasado adentrándonos en el interior de la roca.
El lugar ofrece una vistas maravillosas mires donde mires. Hacia el noreste una bella panorámica de la playa de Las Teresitas, flanqueada por el macizo montañoso de Anaga y las luces del pueblo marinero de San Andrés.
Al sureste, la zona portuaria de Santa Cruz, con la ciudad al fondo y la silueta de los edificios más representativos comenzando a teñirse con las primeras luces del día.
Para terminar, el espectacular paisaje montañoso a nuestras espaldas, justo en dirección oeste, donde singulares formaciones rocosas te hacen sentir por un momento que estás en el Gran Cañón del Colorado, o en algún otro paisaje de western.
Foto tras foto estuvimos entretenidos, admirando el trasiego de colores de la mañana a lo largo de cielo, en su mayor parte despejado, hasta que sin darnos cuenta el Sol estaba ya en lo alto y había amanecido por completo.
Era hora de armarse de valor militar y acometer el tan ansiado asalto al búnker.
El búnker de San Andrés
Tras localizar el camino, una pequeña pista de tierra flanqueada por una gran valla metálica nos daba a entender la relativa frecuencia de desprendimientos en la zona. Al final del trayecto descubrimos el acceso a la instalación. Una entrada excavada en la roca sin puerta alguna y que da paso a un largo, estrecho y extremadamente oscuro pasillo.
Este pasillo tiene un efecto sonoro curioso, y cualquier ruido que hagas en su interior rebota de forma inusitada en sus paredes, reverberando un tiempo y contribuyendo a acrecentar el halo de misterio del lugar.
Encendimos los frontales y penetramos en un pasillo que se adentra en la montaña a lo largo de unos 15 metros. Es entonces cuando se vislumbra un nuevo corredor a la derecha, esta vez orientado hacia el este, lugar donde se encuentra el extremo de la montaña. A lo largo de trayecto hay varias estancias vacías. Unas cuatro habitaciones dispuestas de forma consecutiva, que en el pasado debieron servir de alojamiento para el personal que estuviese de guardia.
Todo el interior del recinto está convenientemente encalado de blanco y lleno de pintadas y graffitis. El acceso está completamente abierto por lo que en todo momento teníamos dudas de si encontraríamos a alguien dentro. Al final no fue así.
Dejando atrás el pasillo con las habitaciones anexas, el búnker se divide en tres partes. Una escalera que baja lleva a una suerte de “nido de ametralladoras”, de planta circular, y cuyas ventanas al exterior están tapiadas con unas piezas metálicas. Continuando de frente se llega a otro recinto circular similar, con el acceso al exterior igualmente tapiado. La tercera estancia se encuentra en lo alto, y hay que acceder a ella a través de un túnel vertical de unos tres metros. El ascenso se hace a través de unas barras metálicas dispuestas a modo de escalón. La sensación al ascender por el estrecho túnel debe ser similar a la de atravesar la compuerta de acceso a un submarino.
Por fin, las vistas desde el interior
Una vez arriba, el haber superado los miedos recompensa. Accedemos a otro nido de ametralladoras, esta vez con los orificios al exterior descubiertos, permitiendo visualizar el fabuloso paisaje exterior desde dentro de una instalación tan singular.
Tras pasar un tiempo curioseando en el lugar decidimos salir de nuevo al exterior y explorar la posibilidad de bordear la montaña, para ver el búnker desde fuera.
Muy cerca del acceso al propio búnker hay un pequeño sendero que parece bordear el risco. Tras plantearnos si adentrarnos en él, la existencia de mucha malla metálica y lo poco firme que nos pareció el terreno hizo que desistiéramos de la idea, dejando para otra ocasión la exploración del exterior del lugar.
Decubriendo el arco de roca
Una microAventura no sería tal si no incluye alguna sorpresa inesperada. Las cosas nunca ocurren tal y como las tienes planeadas, y eso es lo más divertido de ellas. Este caso que te traemos hoy no fue una excepción.
Al iniciar el camino de vuelta nos percatamos de la existencia de un curioso arco de roca en lo alto de un cerro muy próximo. Con tiempo todavía por delante y un precioso día soleado aún por disfrutar, no había duda de que teníamos que subir a curiosear.
Tras un trayecto de unos pocos minutos por una pista de tierra llegamos al lugar. Una amalgama de rocas dispuestas como para un cuadro, a las que, eso sí, había que acceder trepando.
Algunas zonas estaban equipadas con agarres colocados en el lugar por aficionados a la escalada, dando a entender que es un sitio habitual para la práctica de este deporte.
Si las vistas desde el búnker ya eran impresionantes, más aún lo fueron las que pudimos disfrutar desde el arco, varias decenas de metros más arriba. El lugar invitaba a sentarse y respirar aire puro mirando al horizonte, y nada más. Estuvimos por allí largo rato, curioseando alrededor de la zona, y sin embargo apenas hicimos fotos, absortos por la belleza y singularidad del lugar.
Aprovechamos el rato, eso sí, para tomar algo de café que habíamos traído con nosotros y dimos por finalizada la MicroAventura, deshaciendo el camino realizado con destino San Andrés, donde nos esperaba un merecido desayuno.
Objetivo: La Luna
Otra curiosidad acerca de las MicroAventuras es que constituyen una cadena sin fin. No has terminado la primera y ya comienzas a tener en mente la siguiente.
En esta ocasión la idea surge al ver por el rabillo del ojo el Pico del Teide, desde la zona próxima al búnker. El Teide está a una distancia de unos 50 km aproximadamente del lugar en el que nos encontramos. El hecho de tener visibilidad del pico desde tan lejos tiene ventajas desde el punto de vista fotográfico, pues con un teleobjetivo y la adecuada planificación podríamos obtener una espectacular foto de la luna llena tras la cima.
Debido al efecto óptico causado por de la distancia relativa entre ambos objetos, la Luna y el Pico, y nuestra ubicación, la Luna lucirá inmensa con respecto al pico, dando como resultado una fotografía espectacular.
Ya hicimos una composición similar con la Luna y el Teide el año pasado, aunque a una distancia significativamente menor. Si te interesa ver de lo que hablamos no dudes en consultar aquella microAventura.
Ahora toca planificar, determinar cuando se darán las condiciones idóneas y cruzar los dedos para que la meteorología acompañe. ¿Conseguiremos hacer la foto?. Vuelve por lainakai regularmente o, mejor aún, ¡Suscríbete! si no quieres perdértelo!.
Bonus
Curioseando un poco tras nuestra visita, parece ser que no es el único búnker que tenemos en las islas, por lo que podríamos estar ante el comienzo de una “saga” de microAventuras temáticas en lainakai, relacionadas en este caso con instalaciones abandonadas. ¿Te gustaría?.
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