Nos adentramos en el interior de Gran Canaria para recorrer, aguas abajo, el cauce del Barranco del Laurel. Una apetecible microAventura de invierno, ideal para empaparse – nunca mejor dicho – de naturaleza en estado puro.
- Dónde: Moya, Gran Canaria.
- Duración: Casi 4 horas de caminata a ritmo pausado.
- Dificultad: Media. El recorrido no es llano y puede suponer cierto esfuerzo si no estás habituado a caminar.
- Imprescindible: Calzado adecuado para evitar resbalones al caminar sobre el barro. Descargar el track Descargar artículo en PDF
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A las puertas de la primavera
Es casi primavera y, a medida que esta se acerca, parece que apetece más intensamente salir a explorar los secretos de estas islas nuestras. No es que rehuyamos el invierno, ni mucho menos. No en vano somos ávidos buscadores de escenas nevadas. Pero no es menos cierto que temperaturas más suaves y días más largos nos invitan a intensificar nuestras salidas. Es el caso de esta excursión que te traemos hoy. Un paseo a través del conocido como Barranco del Laurel, en el municipio grancanario de Moya.
Salimos una vez más en busca de laurisilva. Tupida vegetación, muros cubiertos de musgo y rocas que rezuman humedad. Pequeños arroyos y tupida vegetación que todo lo cubre. Esta selva tan particular de la Macaronesia que enamora a locales y foráneos por igual.
Volvemos a visitar el municipio de Moya en busca de la sombra de sus tilos, pero lo hacemos en esta ocasión desde una perspectiva diferente. Trazamos nuestra ruta partiendo de la localidad de Fontanales y descendiendo a través del Barranco del Laurel. Un recorrido que nos ofrece una perspectiva diferente. Un trayecto que abandona desde los primeros pasos el casco urbano del pueblo para adentrarse en el cauce mismo del barranco.
Serpenteamos barranco abajo sobre una pista vecinal entre fincas con terrenos cultivados y pequeñas casas destinadas al turismo rural. Transitamos en poco tiempo desde la ciudad al pueblo, y de este al más auténtico entorno rural. Plantaciones de cebollas, papas y otras hortalizas jalonan ambas laderas. Andamos con paso ligero, con la mente puesta en ideas poco habituales: ¿cuán delicioso estaría un puchero recién hecho con una muestra de la producción agrícola que nos rodea?
El Tilo y su selva
Casi sin darnos cuenta el paisaje se va transformando. Tras la última valla y el último perro guardián terminan las fincas y comienza a despuntar el bosque. El barranco se estrecha y la naturaleza se ensancha. Es entonces cuando el camino que seguimos desemboca finalmente a los pies de la ruta circular de los Tilos de Moya.
Dejamos la carretera y nos adentramos en el sendero bajo los árboles. Pisamos barro y hojas, anotamos en la memoria rincones de ensueño a los que acudir otro día – bocadillo en mano – a pasar un rato agradable. Cruzamos pasajes de madera y llegamos al Centro de Interpretación de los Tilos de Moya.
Tras descansar un rato continuamos el camino. Nos sorprende encontrar cortado un tramo muy interesante de esta ruta circular. A pesar de ya haberla recorrido en el pasado nos apena no poder visitarla de nuevo. El cartel reza “peligro por desprendimientos”. Atendemos al aviso y continuamos descendiendo en dirección norte, hasta un punto en el que nos damos la vuelta.
Iniciamos entonces el camino de regreso, ahora por la parte alta, sobre la ladera este del barranco. Lo hacemos a través de una larga pista, en su mayor parte de tierra. El paisaje, es aquí menos interesante. Aun así nos entretiene atravesar un poblado bosque de eucaliptos y disfrutamos fotografiando pequeños ejemplares de setas que asoman tímidamente de entre el húmedo sustrato.
Transitamos ahora en sentido inverso. En poco rato dejamos atrás el entorno rural, atravesamos carreteras, pequeños barrios y nuevas fincas y alcanzamos finalmente nuestro punto de partida. El casco de Fontanales.
Lo hacemos algo cansados. La pendiente del tramo final nos ha abierto el apetito, y decidimos quedarnos a disfrutar de la gastronomía local. El picoteo que nos sirven no es ni de lejos el puchero que imaginábamos horas antes, cuando atravesábamos fincas de coles y papas. Basta sin embargo su simple recuerdo – ayudado a buen seguro por el propio esfuerzo realizado – para que el almuerzo nos sepa a gloria.
Cómo llegar
El punto de partida de nuestra ruta se encuentra en la localidad de Fontanales, en el municipio grancanario de Moya, al norte de la isla. Llegar desde la capital te llevará alrededor de 45 minutos.
El trayecto comienza desde el mismo casco, descendiendo al cauce del barranco a poco de pasar la ermita de San Bartolomé.
Se trata de un recorrido circular de unos 12 km que transita inicialmente en bajada y que es relativamente sencillo, salvo quizás la dificultad asociada al desnivel acumulado a salvar. Es necesario, eso sí, ir bien equipado con calzado adecuado, especialmente si vienes en la época más fría del año, pues el terreno es húmedo y ciertamente resbaladizo, y el barro está presente casi por todas partes.
El recorrido barranco abajo no tiene pérdida y, una vez llegados al entorno de Los Tilos, la pequeña ruta circular que se hace habitualmente, está bien señalizada. No obstante, si deseas volver a Fontanales como nosotros debes prestar atención al lugar donde dar la vuelta.
Te dejamos más arriba un enlace a la ruta para que te la descargues en tu dispositivo favorito y no te pierdas.
Más bosques húmedos de Canarias
Es esta una nueva microAventura en la laurisilva canaria. Si es tu primera vez en un bosque así y como a nosotros la selva de la Macaronesia te ha enamorado, no puedes perderte otros enclaves similares repartidos por nuestra geografía, tales como el Garajonay en La Gomera, el sendero de los Guardianes Centenarios o la Ruta del Agua en Tenerife o el Barranco de Azuaje, también en Gran Canaria.
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