En nuestro reciente viaje a Noruega no podíamos dejar pasar la ocasión de visitar, al menos, uno de los glaciares que salpican la geografía del país. Concretamente en las tierras altas de Noruega, donde se encuentran las mayores cimas de toda la península escandinava, estas extraordinarias formaciones de hielo sobreviven entre valles accesibles a pie. Así que nos ponemos en marcha para dar un paseo entre los lagos y glaciares de esta zona privilegiada.
- Dónde: Parque Nacional de Jotunheimen, Noruega.
- Duración: Una hora y media para recorrer los 5 kilómetros de distancia de la ruta circular.
- Dificultad: Muy sencilla.
- Imprescindible: Calzado de montaña y ropa impermeable, en cualquier estación del año. Descargar artículo en PDF
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Como canarios viajeros, no es la primera vez que hablamos de glaciares como maravillas de la naturaleza que es necesario presenciar. Ya en nuestro paso anterior por Islandia tuvimos la suerte de visitar el Vatnajökull, cuyo impacto nos llevó a dedicarle una publicación enfatizando la importancia de los glaciares para la vida del planeta. Ahora en Noruega, tenemos la suerte de volver a tener glaciares a nuestro alcance para hablar sobre ellos.
Un largo viaje hasta Noruega para dar un paseo entre glaciares
Nos encontramos en el Parque Nacional de Jotunheimen, uno de los 47 parques nacionales que existen por todo el territorio de Noruega. Para llegar hasta aquí hemos volado desde Tenerife hasta el aeropuerto de Oslo-Gardermoen y conducido más de 350 kilómetros.
En Jotunheimen nos esperan las montañas más altas de Escandinavia, donde la cordillera del monte Galdhøpiggen (2.469 metros) y las cimas de sus alrededores configuran un frío paisaje alpino para los glaciares que sobreviven retorcidos entre los valles. El deshielo en esta época del año cae por las laderas de las montañas en forma de cascadas, mientras que las masas de hielo que van desapareciendo por el efecto del cambio climático se convierten en lagos que nos rodean.
Hemos escogido un hotel de montaña ubicado justo en medio de este paisaje y nos disponemos a realizar una ruta circular entre los lagos y los glaciares que ocupan esta parte de Noruega. En este sector del parque nacional a penas hay desnivel y disfrutamos de un terreno llano y blando, dominado por una enorme alfombra de musgo que solo vemos interrumpida por los caminos de barro, los lagos y los glaciares que nos rodean, además de las cimas de roca que hoy dejamos fuera de nuestro alcance.
Bien señalizado en el punto de salida, el camino parecería sencillo al menos en el inicio. Sin embargo, según vamos encadenando conexiones con otros senderos que nos vamos adentrando en un terreno cada vez más salvaje, donde las señales van desapareciendo según nos alejamos de la zona habitada. La señalización de los senderos de corto y largo recorrido de Noruega no tiene nada que ver con la que estamos acostumbrados en España, siendo mucho menos evidente y encontrándose más integrada (y a veces invisible) en el paisaje nórdico.
En varias ocasiones el sendero se desdibuja por el paso de una pedrera o de un río que debemos atravesar, por lo que volver a situarnos en el camino requiere leer bien el terreno. Por si fuera poco, comienza a llover y la niebla nos envuelve por momentos, pero hemos planificado bien nuestra ruta. Diseñamos un buen track que llevamos en el reloj GPS y hemos estudiando cada cruce de caminos antes de ponernos en marcha, además de asegurarnos de que tendríamos nuestro alojamiento bien visible en todo momento, por lo que disfrutamos del paseo y de la naturaleza bajo la lluvia.
Con total tranquilidad completamos la ruta circular de cinco kilómetros, regresando al mismo punto de salida después de acercarnos al glaciar Leirbrean, sorteando los lagos y los ríos que atraviesan los caminos y disfrutando de un paisaje completamente remoto.
Más microaventuras de los canarios viajeros
Nuestro viaje a Noruega continúa con la conexión de “Los descubrimientos del noruego Thor Heyerdahl en la corriente de Canarias” pero te invitamos a conocer otras microaventuras como canarios viajeros en Islandia, en la ciudad de Viena o en la región francesa de Normandía, donde la relación con nuestras islas es mayor de lo que se podría pensar en un primer momento.
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