En la costa este de Gran Canaria, rodeada por el paisaje propio de un poco planificado desarrollo industrial, se encuentra la pequeña localidad de Tufia. Un inesperado caserío construido entre dos ensenadas de arena, al borde mismo de la marea, frecuentado por buceadores y amantes del descanso frente al mar.
- Dónde: Telde.
- Dificultad: Baja. Corto recorrido a pie por el caserío y sus alrededores.
- Imprescindible: Bañador, si el tiempo es propicio. Descargar artículo en PDF
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Entre casas y rocas
El pintoresco pueblo de Tufia es un pequeño poblado de pescadores próximo a la localidad de Telde. Se trata de un curioso enclave costero cuyas viviendas, construidas en la misma orilla, le dan un aspecto realmente singular.
La ensenada natural ha favorecido la aparición de una pequeña playa de arena negra, cuyas aguas ofrecen un delicioso baño. Su localización, al este de la isla, hace que este lugar esté habitualmente azotado por el viento, por lo que, si estás pensando en un chapuzón, siempre es más conveniente visitarlo a finales de verano, cuando el alisio baja en intensidad.
Al otro lado del caserío, al norte, está la bonita playa de Aguadulce, más grande y aislada, localizada en la desembocadura de un pequeño barranco. Las vistas aquí quedan interrumpidas por la proximidad de una zona industrial. Su orientación, abierta al azote del viento reinante, propicia además la aparición en la arena de restos de todo tipo, traídos hasta ella por el viento y el mar. Aún así la playa bien merece un paseo.
El otro gran atractivo de Tufia es su yacimiento arqueológico. Una zona acotada a la que es posible acceder tras concertar una visita guiada en el Cabildo de la isla, y que incluye un poblado aborigen asentado sobre construcciones de piedra y algunas cuevas.
Cómo llegar
Llegar a Tufia desde la capital es, como en tantas otras de nuestras microAventuras, bien sencillo. Tendrás que recorrer la GC-1 en dirección sur hasta alcanzar la salida 13, hacia El Goro.
Una vez abandonas la autovía, y tras dejar atrás una gasolinera, debes subir hasta una rotonda que te permitirá dar la vuelta, con el fin de pasar bajo la GC-1 en dirección a la costa. Es entonces cuando encontrarás otra rotonda con una escultura de hierro en forma de “U”. La primera salida te lleva directamente a la carretera de Tufia. Tras recorrer alrededor de 1,5 km habrás llegado.
Como siempre, te dejamos señalada en el mapa la ubicación exacta.
Deambulando
Más allá del yacimiento arqueológico, el pintoresco poblado y el mar son los protagonistas indiscutibles de este lugar. Desde un pequeño mirador dispuesto sobre el caserío, a pocos metros del aparcamiento, es posible disfrutar de las mejores vistas a la bahía.
La Punta de Silva, el promontorio rocoso que protege la ensenada, acompaña al Sol en cada amanecer, invitando a un plácido despertar al borde del Atlántico.
El aspecto desorganizado del poblado incita a dar un paseo hasta la playa, a través de sus enrevesadas callejuelas. El colorido de las puertas y ventanas de algunas casas y las pequeñas barquillas de pescadores nos trasladan momentáneamente a lugares más propios del mediterráneo.
Una vez con los pies en la arena, apenas visible durante la pleamar, es momento de darse un baño, o quizás simplemente sentarse un rato a descansar y respirar el aire fresco proveniente del océano.
Tufia, a pesar de su aparente desorden y caos, tiene algo que te llama, algo que de algún modo transmite cierto encanto. Quizás sea simplemente la presencia del mar.
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