Stokksnes es posiblemente la playa más salvaje de Islandia. Remota, aislada y azotada por la fuerza de las mareas y los vientos del Océano Atlántico Norte, que aquí exageran su intensidad a los pies de las imponentes montañas que surgen de la misma orilla. Se trata de uno de esos pocos lugares para los que no existen adjetivos suficientes, además de ser, sin ninguna duda, uno de los rincones favoritos del planeta para este autor.
- Dónde: Höfn, Islandia.
- Imprescindible: La ropa de abrigo y el chubasquero impermeable son imprescindibles, así como las gafas son muy útiles para proteger los ojos de la arena. Descargar artículo en PDF
(Exclusivo para suscriptores)
La magia de Stokksnes tiene su origen en una combinación irreal de elementos de la naturaleza que coinciden caprichosamente en este lugar. Por un lado, dunas de arena negra cubiertas por la hierba, que se abre camino en las condiciones más duras, la extensa playa y la prominente montaña de Vestrahorn que corona el paisaje con una cima de 888 metros que se elevan desde la misma orilla. Por otro lado, una meteorología que no da tregua, con fuertes vientos y mareas enfurecidas.
Las dificultades para llegar y permanecer en el lugar premian al viajero con un paisaje totalmente único para la contemplación, la reflexión y la fotografía, que se unen para darle todo el sentido a la aventura de atravesar Islandia por carretera.
Cómo llegar a la playa de Stokksnes
Partiendo desde Keflavík – localidad que alberga el aeropuerto internacional de Islandia y se convierte en el punto de salida habitual de los viajes en el país – nos dirigimos hacia el este bordeando la costa sur de la gran isla durante más de 500 kilómetros hasta llegar a Höfn, en un trayecto que en verano es totalmente placentero y durante el invierno se convierte en toda una hazaña. Por supuesto no lo haremos del tirón, sino que tardaremos varios días en llegar mientras pernoctamos en diferentes localidades cercanas a otros lugares de visita obligada en Islandia como las cascadas de Seljalandsfoss, Gljúfrafoss y Skógafoss, las otras playas negras de Vík, Diamond Beach o el impresionante glaciar Vatnajökull entre otras paradas intermedias.
Una vez en Höfn, el tranquilo pueblo marinero se presta a pasar allí al menos una noche para descansar, disfrutar de su famosa sopa de langosta y madrugar para ver el amanecer en la playa de Stokksnes, a donde que llegaremos después de un corto trayecto a través de la espectacular carretera que bordea la gigantesca laguna de Skarðsfjörðu. En un inciso del recorrido, las montañas que se derrumban a nuestro paso inevitablemente nos recuerdan a las altas laderas de cenizas que descienden desde la cumbre de La Dehesa hasta la playa de Arenas Blancas, en El Hierro, poniéndose de manifiesto una vez más el origen común, isleño y volcánico, que une a Canarias e Islandia en el mismo Atlántico.
Siguiendo la misma carretera llegaremos a un pequeño bar en el que es obligatorio pagar un extraño peaje que abre la vaya de acceso a la playa. Superado el trámite, a partir de aquí tendremos vía libre para adentrarnos en el inmenso paisaje de naturaleza salvaje, solamente invadido mínimamente por las evidencias humanas del faro de Stokksnes y la instalación de la Höfn Air Station de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos.
Llegar a Stokksnes es menos difícil que permanecer allí
Tras estacionar nuestro vehículo en un lugar seguro, deberemos atravesar a pie una sucesión de dunas de arena negra volcánica, cubiertas por la vegetación que intenta abrirse camino en entre duras condiciones climáticas. No es tarea fácil, puesto que el fuerte y frío viento impide avanzar varios pasos sin perder el equilibrio al mismo tiempo que nos golpea con rachas cargadas de arena que se clava en nosotros como alfileres.
El viento aquí es tan fuerte que incluso nos impidió llegar hasta la playa en verano. Tras una frustración máxima, fue contradictoriamente durante el invierno cuando una ventana de condiciones un poco más benévolas permitieron disfrutar de la playa de Stokksnes en todo su esplendor.
Por fin en la orilla, la imagen sobrecoge al juntarse el campo de dunas que acabamos de atravesar con la extensa playa y las montañas que emergen del océano enfurecido, ofreciendo innumerables contrastes y posibilidades fotográficas, espacio y algo de tiempo para contemplar el excelente paisaje entre las fuerzas meteorológicas de la naturaleza en su estado más puro.
Por desgracia la estancia no dura mucho. La meteorología es implacable y nos obliga a regresar al coche en busca de refugio, pero hemos disfrutado plenamente de la aventura. Quizás en un nuevo viaje consigamos una ventana más amplia de buen tiempo que nos permita pasar allí todas las horas que el lugar merece, o incluso realizar alguno de los interesantes senderos que recorren la zona.
Hasta la próxima ocasión nos conformaremos con las imágenes de esta breve pero enriquecedora estancia en el lugar.
Después de Stokksnes el viaje continúa
Si llegar hasta la remota playa de Stokksnes y permanecer en ella es toda una aventura, tan solo se trata del ecuador de un viaje a Islandia. Esta localización en la mitad este del país se convierte en uno de los puntos de referencia justo antes de continuar hacia el norte, dando la vuelta completa a la isla, así como para regresar al punto de origen del viaje desandando el mismo camino que bordea la costa sur de la isla. Sea como sea, sabemos que después de Stokksnes todavía nos queda, al menos, el mismo tiempo de disfrute en Islandia.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.