La costa presenta siempre al menos dos caras, una con marea llena y otra bien distinta con marea vacía, momento en el que salen a relucir secretos escondidos bajo el mar la mitad del día. Objeto de deseo de la fotografía de costa.
- Dónde: Valle de Guerra, Tenerife.
- Duración: En total aproximadamente una hora en bajar y subir, tomándote el trayecto con calma. Si eres aficionado a los pateos lo harás en bastante menos.
- Dificultad: Moderada: aunque el trayecto final es corto, el firme es algo resbaladizo y parte del camino está derruido. Además la pendiente es bastante importante.
- Imprescindible: Imprescindible una linterna o frontal si piensas regresar tarde, especialmente si vas en invierno, cuando oscurece antes. Como siempre, lleva también calzado cómodo. Descargar artículo en PDF
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El Destino
El destino de la microAventura que te traemos hoy pretende descubrir uno de esos secretos camuflados por el mar en marea alta. Se trata de una estructura de cemento que se adentra serpenteante en el mar, y que conforma una escena curiosa para cualquiera, y muy atractiva desde el punto de vista fotográfico. Esto es así porque, entre otras razones, está orientada al noroeste, una ubicación idónea para capturar un buen atardecer o puesta de sol. Si no nos crees, júzgalo tú mismo.
Si por el contrario eres de los que prefiere madrugar, que no te desanime el hecho de que el lugar esté orientado hacia la puesta de sol. Nuestra experiencia nos dice que un amanecer es igualmente mágico estés donde estés.
El lugar se encuentra en la costa de Valle Guerra, en el norte de la isla de Tenerife, un espacio estupendo para practicar la fotografía de costa. Como ocurre por lo general en toda la zona, el acceso no es especialmente fácil de encontrar, siendo necesario transitar por enrevesados caminos a través de invernaderos y fincas de plataneras. En cualquier caso, nada que no se pueda remediar preguntando a los lugareños.
En el mapa puedes ver la ubicación exacta de nuestro destino.
El camino
La ruta es un trayecto a pie de poco más de media hora ida y vuelta. Eso sí, hemos de advertir que el desnivel es importante.
Al punto de partida del trayecto a pie se puede llegar en coche desde dos lados, bien desde la localidad de Tejina, o bien desde Tacoronte. Desde ambas ubicaciones hay que conducir por la calle Juan Fernández hasta localizar un desvío hacia la costa, señalizado como «Bodegas Bronce». Te mostramos en este mapa la localización exacta del desvío a tomar:
Tras tomar dicho desvío debemos continuar uno cientos de metros hasta que se termine el tramo asfaltado de la carretera. En ese punto podremos aparcar el coche, a la sombra de los invernaderos. Es posible que encuentres otros vehículos en el lugar, de gente que baja a la playa a pasar el día.
Comienza aquí el trayecto a pie. Siempre en dirección al mar bajamos por la carretera, ya de tierra, atravesando la entrada de una finca de plataneras que tiene una cadena para impedir el paso de vehículos.
Tras caminar unos cientos de metros encontraremos un llano y una construcción con forma de garaje. Justo antes de llegar a ella debemos localizar una bajada a mano derecha, una suerte de puerta que se adentra en las plataneras, tras bajar dos o tres escalones. Es esa entrada la que da acceso a la costa. Tras bajar los escalones accedemos a un estrecho canal de piedra que se dirige al mar.
Al final del canal se abre ante nosotros un espectáculo digno de admirar: unas vistas panorámicas de la costa, que se encuentra varias decenas de metros más abajo, y que revela el lugar como perfecto para la fotografía de costa. Este punto es parada obligada para disfrutar de las vistas y hacer alguna toma.
A partir de aquí comienza el descenso. Aunque parezca a priori relativamente lejos, lo cierto es que bajar apenas lleva diez minutos. Es una bajada muy pronunciada sobre un terreno de tierra no muy firme, salpicada ocasionalmente de escalones. Nos encontramos además varias zonas derruidas a lo largo del trayecto, por lo que es importante ir con precaución.
Avanzando por el camino nos encontramos varias bifurcaciones, aunque es bastante sencillo intuir el trayecto que lleva a la playa. No obstante, tanto si pensamos volver de noche como si no, vale la pena marcar de algún modo los puntos clave del recorrido. Esto facilitará encontrarlos a la vuelta. Nosotros utilizamos un palo colocado a modo de poste en un montículo de piedras, en el sitio que más confuso nos pareció.
Al alcanzar la playa aparece ante nosotros una pequeña zona de arena flanqueada por dos edificaciones a medio construir/derruir. Algo más lejos hay un gran chalet bordeado por un largo muro. Estamos aquí ante una amplia franja de costa para explorar, con distintos encuadres propicios para la fotografía costera. A la izquierda, una zona de charcos y piscinas naturales que invitan a un baño si la temperatura y las condiciones del mar acompañan. A la derecha una zona más rocosa, en la que se encuentra nuestro ansiado destino.
El trayecto de vuelta consiste en deshacer el camino realizado. Eso sí, con la dificultad añadida de que esta vez la primera parte del mismo es un ascenso de desnivel importante.
Haciendo fotos
Como decíamos al principio, para fotografía de costa lo ideal es llegar con tiempo por la tarde, y así tener ocasión de explorar la zona. Nosotros visitamos el lugar en dos ocasiones, una primera en la que fuimos a mediodía, con el fin de localizar el camino y ver cuanto se tardaba en llegar, y la segunda ya para ir a hacer fotos en horario de mejor luz.
La zona en sí da mucho juego, en especial para fotografía de larga exposición, pues está llena de charcos de todo tipo de tamaños y formas. Eso sí, lo ideal es planificar la visita con marea baja pues, de estar llena, la franja de costa se reduce significativamente y el lugar pierde algo de encanto.
La «serpiente de cemento». Nuestro objetivo de fotografía de costa
No cabe duda de que el punto más pintoresco del lugar es nuestra «Serpiente de Cemento». Una estructura serpenteante que se adentra de forma sinuosa en el mar. Ésta parte desde el acceso a la gran casa que se encuentra cerca de la orilla, e intuímos que debió ser algún tipo de embarcadero empleado en tiempos pasados para cargar o descargar mercancías desde las fincas cercanas. Eso, o quizás parte de una zona que en tiempos estuviese habilitada para el baño, pues de no ser así no se explica la forma de línea curva tan característica que tiene. Quizás alguien del lugar pueda darnos alguna pista sobre su origen. Sea como fuere, es un estupendo motivo fotográfico.
Te dejamos a continuación algunas de las instantáneas que sacamos en nuestras dos visitas. Esperamos que te gusten.
Si bien es verdad que nos fuimos satisfechos, tanto con la excursión como con el botín fotográfico, no es menos cierto que la zona tiene potencial para uno de esos atardeceres de octubre o noviembre, en los que el cielo nublado se incendia de tonos rojos y anaranjados. Volveremos para entonces.
Precaución
No queremos terminar sin apuntar que el lugar, como toda zona de costa en el norte de nuestras islas, puede ser peligroso, en especial si nos acercamos mucho al mar. Es habitual que haya fuerte oleaje y las corrientes no son menos intensas. Si no queremos llevarnos un buen susto no arriesguemos más de lo necesario.
Próximas MicroAventuras
Como ocurre casi siempre que nos embarcamos en una de nuestras salidas, enseguida nos surgen nuevos retos. Desde la zona más próxima a la orilla se divisan, hacia el norte, otras áreas rocosas sobre el mar, e incluso un arco de piedra que sin duda merecerá la pena visitar. ¿Se podrá llegar hasta allí?
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