Las salinas son un elemento enriquecedor del ya de por sí variado paisaje de las islas. Estas infraestructuras de producción artesanal de sal constituyen, además, un sugerente motivo fotográfico. En nuestra microAventura de hoy visitamos una de las pocas que sobreviven al paso del tiempo, las Salinas de Tenefé.
- Duración: El trayecto en coche desde la capital es de apenas 30 minutos.
- Dificultad: Fácil. Se llega en coche prácticamente hasta la entrada de las salinas. Descargar artículo en PDF
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Las Salinas en Canarias
Canarias es una región de gran tradición salinera. Se tiene constancia de que la producción de sal se remonta a la época de los aborígenes, que la recolectaban de los charcos para emplearla como conservante de sus alimentos.
Durante largo tiempo la sal constituyó prácticamente el único modo de mantener en conserva carnes y pescados, es por ello que la industria salinera vivió una época de auge entre los siglos XV y XIX.
Al parecer llegaron a existir en Canarias más de 60 salinas a finales del siglo XIX, de las cuales apenas quedan unas pocas en explotación: las archiconocidas Salinas del Janubio, en Lanzarote, las del Carmen en Fuerteventura, las de Fuencaliente en La Palma, o las del sureste de Gran Canaria, como Bocacangrejo o Tenefé.
La arquitectura de todas las salinas es muy similar. Consiste en terrenos próximos al mar divididos en parcelas de poca profundidad denominadas tajos. El agua de mar, almacenada en unos depósitos cuando la marea sube, es trasladada a estas parcelas. Es en ellas donde el Sol y el viento obran su magia; el agua salada depositada en los tajos se evapora dejando atrás la sal, que es recogida por el salinero. Éste la acumula para que termine de secarse en los característicos montículos que dan a estos lugares su pintoresca apariencia.
Las salinas sin embargo no siempre tuvieron este aspecto. Los primeros pobladores de las islas aprovechaban los charcos naturales de la costa para extraer la sal que quedaba depositada en ellos de forma natural, tal y como se hace todavía hoy en día en las salinas de los Silos, en la costa norte de Tenerife.
En la actualidad, sólo un 15% de la sal que se consume en Canarias es sal marina. Es sin embargo esta sal producida de modo artesanal un producto de gran calidad, que, por estar menos refinada, contiene mayor variedad de elementos minerales. No en vano la sal artesanal se ha convertido con el paso de los años en un producto “gourmet”.
Las salinas constituyen además un catalizador de la biodiversidad de las zonas costeras en las que se encuentran, pues son caldo de cultivo de microorganismos y algas diversos, además de parada habitual de aves migratorias.
Salinas de Tenefé
La idea de fotografiar un atardecer con las salinas como centro de la escena nos ha motivado a visitar las Salinas de Tenefé, en la localidad grancanaria de Pozo Izquierdo.
Llegar al lugar no es complicado. Si sales desde la capital de la isla basta tomar la autovía GC-1 hacia el sur y dejarla en la salida 28, dirección Pozo Izquierdo. Has de seguir las indicaciones para llegar a dicha localidad. Pozo Izquierdo es, junto con el Médano en Tenerife, «spot» de fama mundial entre los amantes del windsurf y el kitesurf.
Una vez llegado al pueblo has de atravesarlo, dejando a tu izquierda la playa y las instalaciones del Instituto Tecnológico de Canarias. Accederás entonces a una pista de tierra que te llevará directamente a las salinas, al borde mismo del mar. Te dejamos indicado en el mapa el lugar exacto dónde se encuentran.
Haciendo fotos
Llegamos a las salinas con las últimas luces del día, en una tarde algo ventosa y desapacible. Aún así, tras deambular un rato por la zona, admirando la singularidad del lugar, el cielo tomó algo de color por unos instantes y pudimos hacer algunas fotografías.
El entorno urbanístico no es especialmente llamativo, mas allá de la arquitectura de la propia instalación salinera. Aún así, la imponente presencia de algunos aerogeneradores daba juego suficiente como para enriquecer la composición fotográfica.
Curiosidades sobre un habitante inesperado: Artemia salina
El carácter salobre de las aguas que se emplean para la producción de sal es, en contra de lo que pudiera parecer, un hábitat ideal para algunos seres vivos. Es este el caso de la Artemia salina, un crustáceo de apenas un centímetro de largo cuyos huevos tienen una capacidad de resistencia inusitada.
Estos habitantes de las salinas se alimentan de fitoplancton (algas) y se utilizan comercialmente como alimento vivo para larvas y alevines en acuarios. En el entorno particular de las salinas es por tanto un atractivo culinario para las aves que rondan el lugar.
Te dejamos aquí algunos vídeos de huevos de artemias recién eclosionados, grabados por @antonio mediante la utilización de un microscopio óptico.
La artemia es, junto con las algas y otros microorganismos que crecen en estos ecosistemas hipersalinos, la reponsable de la inusitada coloración rosa que presentan las salinas, y que tanto atrae a fotógrafos y curiosos.
Esperamos que este paseo por las salinas te haya llamado la atención, y que la próxima vez que veas unas en la distancia te animes a visitarla.
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