Aventuras frustradas
Sí, a veces ocurre, es el sueño de toda tu vida, lo piensas con detenimiento, te decides, lo planificas todo, lo llevas a cabo con eficacia y en el último momento, lo que no te esperas pasa. Lo Inimaginable, lo imprevisible, ocurre, algo se lleva por delante todas tus ilusiones. Y además, no tiene arreglo, simplemente porque la solución no depende de ti. Lo lamentas. Será en otra ocasión, te dices. Pero, a veces, esa ocasión no llegará nunca. Es lo que ocurre en nuestra microAventura de hoy. No es nuestra, pero como si lo fuera.
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Ha sido el viento
Llevamos más de dos mil años aquí. Los antiguos canarios y los actuales, los que nazcan y vivan sobre estas islas atlánticas o los que lleguen y decidan quedarse, todos, de alguna manera, hemos llegado, llegaremos, empujados por el viento. El viento, casi siempre del Nordeste, el mismo que impulsó las velas de las antiguas embarcaciones y que también arrastró las aguas de nuestra Corriente, el viento que ahora también soporta las alas de los aviones, es y ha sido, el responsable de que hoy habitemos este archipiélago de ocho escarpadas islas que llamamos Canarias.
En otros momentos, el viento nos ha traído gente de todo tipo: Misioneros, conquistadores, mercaderes, piratas, corsarios, bandidos, aventureros, exploradores, sabios, artistas y también muchos visitantes ilustres. Hoy vamos a hacer mención de uno de ellos, uno de los grandes, de un gigante intelectual cuya obra hizo que la ciencia moderna cambiara de manera radical, modificando la percepción que el hombre tenía de si mismo y de cual era su papel en la Naturaleza; que creó el marco para el desarrollo de la Historia Natural de su época y de la moderna Biología, a la luz de la hoy conocida como Teoría de la Evolución de las Especies. Nos atrevemos a llamarlo “el joven Charles”, porque esta aventura que hoy te contamos, tuvo lugar cuando Charles Robert Darwin iba a cumplir 22 años.
De Inglaterra a Tenerife
Charles se había embarcado como naturalista en el H. M. S. “Beagle”, un buque de la marina real británica, que zarpó de Devonport, Inglaterra, el 27 de diciembre de 1831, después de dos intentos fallidos, a causa de fuertes temporales. Al mando del capitán Fitz Roy, este bergantín, armado con diez cañones, iniciaba una travesía para completar trabajos de investigación hidrográfica en Sudamérica.
El día 6 de enero de 1832, el Beagle arriba a Tenerife. Desde ese momento Darwin realiza una serie de observaciones y comentarios que recoge en su diario y en otros documentos como las cartas que posteriormente enviará a su padre Robert Waring Darwin.
Observaciones de Darwin en Tenerife
EL DIARIO
En sus primeras impresiones, al ver la Punta de Anaga habla de su escarpado relieve y de la hermosa apariencia que debe, según él, a sus delicados y variados colores.
Santa Cruz la describe como una ciudad de casas blancas y bajas. El Pico, -que es como se refiere al Teide -, está nevado y se ve sobre las nubes, con una altura que nunca hubiera imaginado.
Cuando en el Beagle se preparaban para anclar en el puerto, un bote se les acerca y les comunica que deben hacer una rigurosa cuarentena de 12 días, por temor de que llevaran el cólera. Para Darwin, según sus propias palabras, esto fue como una sentencia de muerte. Y se lamenta profundamente de este contratiempo, que le impedirá ver uno de los lugares más interesantes del mundo. !Qué pena, qué pena! Escribe en su diario.
El capitán Fitz Roy no lo dudó ni un momento. Ordenó inmediatamente poner rumbo a las Islas del Cabo Verde. Más adelante, Darwin reflexiona sobre la opinión de algunos, que califican a Santa Cruz como fea y poco interesante, pero a él, sin embargo le parece todo lo contrario. Las casas son de colores llamativos, como el blanco, el amarillo, el rojo. Las iglesias tienen un aspecto oriental; observa las baterías bajas y oscuras en las que ondea la brillante bandera española. Los buques mercantes en el puerto con sus mástiles, destacan contra el fondo de rocas volcánicas.
Por fortuna no hace viento y permanecen encalmados durante horas a pocas millas de la ciudad, el ruido de las olas contra el casco del buque, el ligero movimiento de las velas, el aire cálido y tranquilo, le permite evocar el entusiasmo de Humbolt por las noches tropicales. El cielo estrellado brilla sobre las olas. A la mañana siguiente, nuestro joven Charles, ve como el Sol sale y brilla detrás de Gran Canaria, recortando claramente su silueta. Al Oeste, Tenerife, gris aún por la niebla matinal.
Pasan algunas nubes y de pronto, el Pico nevado aparece en todo su esplendor. Se recrea observando el Pico frecuentemente, aunque su base, incluso la linea de la costa, permanece oculta. Se maravilla de su altura extraordinaria y la escena le parece tan hermosa, que le compensa de los interminables días de sufrimiento debido al mareo.
LA CARTA A SU PADRE
Darwin escribe a su padre, Robert Waring Darwin, una extensa carta enviada desde Brasil, de la que seleccionamos un párrafo. En ella describe aproximadamente los mismos hechos que registra en su diario. Vuelve a lamentarse por la imposibilidad de desembarcar en Santa Cruz. Recuerda, ahora que empieza a sentirse moderadamente bien, las hermosas descripciones de las islas hechas por Humbolt, y el silencio de muerte que se hizo en el barco cuando les comunicaron la noticia de la obligatoria cuarentena de 12 días, antes de poder desembarcar, roto finalmente por el capitán Fitz Roy que ordenó: ¡Izad el foque!, Up the jib!
On the 6th in the evening we sailed into the harbour of Santa Cruz.— I now first felt even moderately well, & I was picturing to myself all the delights of fresh fruit growing in beautiful valleys, & reading Humboldts descriptions of the Islands glorious views.— When perhaps you may nearly guess at our disappointment, when a small pale man informed us we must perform a strict quarantine of 12 days. There was a death like stillness in the ship; till the Captain cried “Up Jib”, & we left this long wished for place.— We were becalmed for a day between Teneriffe & the grand Canary & here I first experienced any enjoyment: the view was glorious. The peak of Teneriffe. —was seen amongst the clouds like another world.— Our only drawback was the extreme wish of visiting this glorious island.
Extracto de carta que Darwin envía a su padre
Del diario personal al “Journal”
Al regreso de sus casi cinco años de viaje, Charles Darwin publica en 1836 el Diario del viaje un naturalista alrededor del mundo, cuyo título original era Journal of Researches into the Natural History and Geology of the countries visited during the Voyage round the World fo H. M. S. “Beagle” under the commamd of Captain Fitz Roy. Este libro es un resumen no técnico de sus observaciones, destinado a una lectura popular. En cuatro líneas sintetiza magistralmente lo ocurrido.
“El 6 de enero llegamos a Tenerife, pero se nos prohibió desembarcar, por temor a que lleváramos el cólera; a la mañana siguiente vimos salir el Sol tras el escarpado perfil de la isla de Gran Canaria, e iluminar súbitamente el pico de Tenerife, en tanto las regiones más bajas permanecían ocultas por la nubes. Este fue el primero de una serie de días deliciosos e inolvidables”.
Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo. Charles Darwin
Curiosamente, este párrafo fue el que me incitó a escribir esta entrada, pero nunca pude suponer que en su diario personal y en sus cartas, sus observaciones fueran mucho más amplias, más personales y emotivas.
Se me ocurre pensar que, pese a la decepción de Darwin, las cosas ocurrieron como debían. Las autoridades locales actuaron para evitar un riesgo de posible contagio del cólera, el capitán Fitz Roy actuó, seguramente, en cumplimiento de las órdenes que tenía encomendadas para su viaje alrededor del mundo. Las cosas son como son. El mismo viento que lo trajo a las Canarias sopla en las velas del Beagle rumbo al Sur. En este caso, los sueños de nuestro héroe se fueron con él, y esa decepción se disiparía pronto toda vez que a aquel día de frustración seguirían otros deliciosos e inolvidables.
Dos años y medio después, el 23 de julio de 1834, el Beagle ancló en el puerto de Valparaíso, Chile Central y Darwin al describir la vista del puerto, la ciudad, sus colinas, su cielo azul y brillante, y especialmente sus casas blancas cubiertas de tejas, afirma que le recordó a Santa Cruz de Tenerife. ¡No nos había olvidado!
Nota final
Después de escribir esta entrada, al consultar la autobiografía de Ch. Darwin, imprescindible para hacerse una idea de la formación que a sus 22 años había adquirido en Cambridge, encontré este párrafo esclarecedor que no puedo dejar de transcribir:
During my last year at Cambridge, I read with care and profound interest Humboldt’s ‘Personal Narrative.’ This work, and Sir J. Herschel’s ‘Introduction to the Study of Natural Philosophy,’ stirred up in me a burning zeal to add even the most humble contribution to the noble structure of Natural Science. No one or a dozen otherbooks influenced me nearly so much as these two. I copied out from Humboldt long passages about Teneriffe, and read them aloud on one of the above-mentioned excursions, to (I think) Henslow, Ramsay, and Dawes, for on a previous occasion I had talked about the glories of Teneriffe, and some of the party declared they would endeavour to go there; but I think that they were only half in earnest. I was, however, quite in earnest, and got an introduction to a merchant in London to enquire about ships; but the scheme was, of course, knocked on the head by the voyage of the «Beagle».
Autobiografía
«Durante mi último año en Cambridge leí con atención y profundo interés la «Narración personal de Humbolt. Esta obra y la «Introducción a la Filosaofía Natural de Sir J. Herschel» despertaron en mí el ansia ardiente de hacer aunque fuera una humilde contribución a la noble estructura de las Ciencias Naturales. Ni uno, ni una docena de otros libros influyó tanto en mi como esos dos. Del libro de Humbolt copié largos pasajes sobre Tenerife, y los leí en alta voz a (eso creo) Henslow, Ramsay y Dawes, durante una de las excursiones a las que hice mención anteriormente, porque en una ocasión anterior yo había hablado de las glorias de Tenerife y algunos integrantes del grupo habían manifestado su interés de ir allí; pero creo que no lo decían de verás. No obstante, yo sí estaba decidido y logré que me presentaran a un comerciante, en Londres, para informarme acerca de los barcos; pero el plan fue, por supuesto abortado con el viaje del Beagle».
Créditos
Ilustramos estos textos con nuestras propias imágenes, en un intento de recrear estos dos días que nuestro joven Charles pasó entre nosotros.
La carta
Darwin Correspondence Project, “Letter no. 158,” https://www.darwinproject.ac.uk/letter/DCP-LETT-158.xml
Obras completas
Absolutamente recomendable, sobre la vida y obra del Charles Darwin este sitio de Internet. John van Wyhe, ed. 2002- The Complete Work of Charles Darwin Online (http://darwin-online.org.uk)
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