Del Antiguo Molino de Agua al Mausoleo de Don Diego Ponte del Castillo
Hay ciertos lugares que visitas una primera vez y te dejan un grato recuerdo. Tal vez porque vives un estado de sensibilidad especial. Llegas hasta ellos solo o guiado por amigos y muy a menudo con personas a las que amas. Con el tiempo muchos de esos lugares pasan a formar parte del confuso espacio de la memoria donde todo acaba por mezclarse y desvanecerse. Otros, sin embargo, no sabemos muy bien por qué, permanecen nítidos, firmes e imborrables. Hoy te propongo compartir uno de esos lugares que es sin duda de mis preferidos. He vuelto a él casi todos los años. No va a ser una gran microAventura, o quizás sí. No esperes una gran caminata, ni una madrugada fría y sin chocolate al amanecer. Pero vas a necesitar unas buenas piernas, porque, en este caso y como pasa con frecuencia en las islas, todo está allá arriba o allá abajo. Pero no te preocupes, el interesante recorrido que te propongo, de poco más de 500 m está al alcance de cualquier microaventurer@. Se encuentra en la Villa de La Orotava, un municipio de la isla de Tenerife, la más alta de las Canarias.
- Duración: El recorrido que te proponemos es muy corto en distancia pero muy entretenido. Dedicarás a buen seguro más de una hora, en especial si paseas por la Hijuela del Botánico.
- Dificultad: Sencilla, pues consiste en callejear por las calles de La Villa.
- Imprescindible: Independientemente de la hora a la que vayas, hazlo con el estómago vacío ;-). Descargar artículo en PDF
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El Antiguo Molino de Agua “Chano”
Para empezar sitúate delante de la plaza del Ayuntamiento de la Orotava. No vas a necesitar muchas explicaciones para esto, pues la Villa de La Orotava nacida como tal en 1642, es muy fácil de localizar en el norte de Tenerife y está muy próxima a “su” Puerto, hoy Puerto de La Cruz. Ahora a caminar. Avanza un centenar de metros en el sentido de la circulación de los vehículos hasta el primer cruce. Gira a la izquierda, es la calle de San Francisco y avanza por la pendiente otros 200 m. A tu izquierda dejarás la Casa de Los Balcones y otros nobles edificios, así como un pequeño parque de forma triangular. A la derecha a través de un arco que da acceso al antiguo Hospital de La Santísima Trinidad, hay un agradable mirador para asomarse a parte de la isla y el mar. Es el momento de descansar unos minutos.
Reanudamos nuestro paso hasta la próxima bifurcación. Aquí ya no hay duda. Déjate guiar por el olfato: Huele a gofio. El delicado olor de la molienda del trigo y millo (maíz) tostados -que no otra cosa es el gofio- se difunde por el aire. Apenas a unos veinte metros, en la calle de la izquierda, se sostiene desde hace siglos nuestro primer objetivo: el Antiguo Molino de Agua. Para la mayoría de los canarios ese olor a gofio está grabado en nuestro cerebro desde la infancia. No en vano, se afirma “eres más canario que el gofio”. Entra en el molino a través de una pequeña puerta, a la izquierda una ventana con dos asientos, notarás una especie de niebla polvorienta, y en ella a alguien que despacha las distintas clases de gofio. Justo a la derecha ruedan veloces las piedras a la vez que, desde las tolvas cae el trigo, el millo, o ambos con un poco de sal. Capa sobre capa el gofio caliente se va depositando en la caja de madera. Hay una balanza sobre un pequeño mostrador, algunos sacos blancos llenos de gofio y una cuartilla pegada en la pared con los importes de las operaciones más frecuentes, tres kilos tanto, cinco tanto, etc.
La Hijuela del Botánico
Dejamos el molino y emprendemos la bajada con nuestra compra de gofio aún caliente, y cuando alcanzamos el vértice más agudo de nuestro parque triangular giramos a la derecha, es la calle Hermano Apolinar, que desciende suavemente. De repente la hilera de casas antiguas se interrumpe, la calle se aplana y aparece ante nosotros un inesperada masa arbórea detrás de un largo muro con verja. Continuamos hasta el final de la calle. El muro acaba y giramos a la izquierda y muy cerca encontramos una amplia puerta de hierro con una inscripción en lo alto que dice:
SERVICIO AGRONÓMICO NACIONAL
HIJUELA DEL BOTÁNICO
Un cartel a la entrada indica los horarios de visita.
Se trata de un precioso jardín que como señala su nombre está vinculado al Jardín de Aclimatación de la Orotava, éste situado en el actual Puerto de la Cruz y conocido popularmente como el BOTÁNICO. Contiene la Hijuela un centenar de especies, cuyos nombres pueden leerse a veces en pequeños carteles clavados en el suelo. Hay dragos, araucarias, sequoias, higueras, cedros y una gran variedad de especies curiosas, que hacen del jardín un lugar especialmente interesante. Estrechos senderos, algún banco para sentarse, un pequeño estanque con plantas acuáticas y peces. Un rincón de lo más agradable para pasear, hacer fotos, ver mariposas, oír el canto de los pájaros y dejarse llevar, sintiendo la presencia de estas especies, muchas de ellas traídas de lugares remotos.
Casa Egon
A la Salida de la Hijuela y casi sin querer cruzas la calle y lees un pequeño y discreto cartel que cuelga de la pared de una casa y que dice:
CONFITERÍA Y CAFÉ TAORO
(Casa Egon)
FUNDADA EN 1916
Y sobre una de las dos puertas de la casa, otro con esta inscripción:
Casa Egon
Restaurant
Pues está casi todo dicho. Una muy buena confitería a la entrada y un buen restaurante, con una ambiente muy especial, comida casera, muy tranquilo, gente amable, un patio interior donde almorzar si es el caso o tomar un café. Yo lo he hecho casi siempre que hago este recorrido y nunca me ha defraudado. Le avala que desde 1916 está abierto.
Si has decidido visitar el restaurante y te adentras lo suficiente, verás que en la parte más interior hay un pequeño patio que conecta con otra pequeña terraza en el exterior donde es frecuente observar los clientes. Si por el contrario, no has entrado por el restaurante puedes llegar a este mismo punto tomando una estrecha calle o pasadizo justo delante de la salida del jardín que acabamos de visitar. Un pequeño arco y una elegante palmera canaria te atraen de manera imperceptible al cuarto y último objetivo de nuestro recorrido.
Los Jardines del Marquesado de la Quinta Roja (Jardines Victoria) y el Mausoleo vacío
De pronto se abre el espacio ante ti. Te encuentras ante un jardín construido en 7 u 8 niveles que se conectan, mediante rampas y escaleras. Se ve desde nuestro punto de llegada un edificio al fondo que no es otro que la casa del Marqués de la Quinta Roja y que queda separado del jardín por un pequeño barranquillo. La estructura del jardín es bastante compleja, y al parecer ha sufrido varias reformas. Destaca una gran escalinata central por la que debes ascender. Luego unas escaleras que te llevan a un pequeño, extraño y bello edificio de mármol blanco, que destaca y preside toda la escena sobre la Villa. Esta construcción no es otra cosa que el mausoleo que iba a albergar la tumba de Don Diego Ponte del Castillo, Marqués de la Quinta Roja, fallecido en 1880, y a quien por su condición de masón se le había negado sepultura en el cementerio católico de la Villa. Posteriormente, no obstante, si le fue permitido reposar en campo santo, lo que dejó este mausoleo vacío.
Jardines y mausoleo fueron diseñados por el arquitecto francés Adolph Coquet, quien también era masón.
Se trata por tanto de jardines con historia y con historias. Te ofrezco aquí un enlace donde se abunda en la condición de masón de Diego Ponte del Castillo.
Masones canarios: Diego Ponte del Castillo, marqués de la Quinta Roja
Recomendable es también la lectura de libro, reeditado hace muy poco, Un verano en Tenerife, de Dulce María Loinaz (Cap. X. “El Sepulcro vacío”) donde la escritora cubana, Premio Miguel Cervantes 1992, recoge esta y otras historias tras su viaje a Tenerife en 1947.
Nuestra microAventura acaba aquí, el olor del gofio, el aroma del café, el perfume de las rosas de la Orotava, permanecerán en nuestro recuerdo. Volveremos.
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