Visitamos la Finca de Osorio, uno de los mejores lugares para disfrutar de la naturaleza en Gran Canaria, en un paraje en el que restos de bosques ancestrales conviven con hermosos jardines y una infinidad de senderos que invitan a perderse.
- Dónde: Teror.
- Dificultad: Baja.
- Imprescindible: Desayuno, amuelrzo o merienda. El lugar es ideal para un picnic. Descargar artículo en PDF
(Exclusivo para suscriptores)
De todo un poco
Es primavera y nos apetece, como en tantas otras ocasiones, perdernos por un rato fuera de la ciudad. Estamos muy cerca del casco de la localidad de Teror, en plena zona de medianías de Gran Canaria.
Nos han invitado a acompañar a un grupo dispuesto a visitar la Finca de Osorio, en el Parque Rural de Doramas y nos hemos apuntado sin pensarlo. Hemos estado aquí ya siendo niños, de visita escolar, y la idea de recordar aquellas excursiones entre amigos de la infancia es un aliciente más para volver a este sitio, después de tantos años.

Llegamos a media mañana a una de las entradas del recinto, situada muy próxima al cementerio. Estamos a las puertas de una gran finca, de más de 200 hectáreas, propiedad del Cabildo de Gran Canaria desde principios de los años ochenta.
El lugar, que debe su nombre a sus antiguos propietarios, es un recinto en el que hay de todo. La entrada por la que accedemos está rodeada a ambos lados de una extensa plantación de papas, que antecede un área de aparcamiento. A pocos metros, una gran casona recibe a los visitantes y sirve de punto central de la actividad en el lugar. En una zona muy próxima, antes de llegar, algunos establos acogen un puñado de vacas y sus recién nacidos terneros.



Al otro lado se ubica un amplio valle, en el centro del cual hay un recinto en el que pasta otro grupo de vacas, justo frente a una arboleda.


En estos primeros pasos ya hay mucho que ver, en especial si vienes con niños ¡Cuán difícil es hoy en día ver una vaca! Un border collie negro y blanco, que más tarde vemos vigilando un rebaño de ovejas, sale a nuestro paso a curiosear.

Nos acercamos a la casona, deteniéndonos de cuando en cuando en algún panel informativo. Vamos acompañados de un guía que nos ameniza la visita con información interesante y alguna que otra curiosidad. Descubrimos que son varias y muy diversas las actividades que aquí se desarrollan: hay un vivero forestal y un aula de la naturaleza y la finca es sede de un proyecto de reintroducción de la paloma Rabiche. Una especie de gran tamaño que se estinguió y está siendo reintroducida mediante ejemplares traídos de La Palma.
Cerca de la casa luce un bonito jardín. Junto a él la entrada a un espectacular paseo flanqueado por imponentes árboles a izquierda y derecha.



Algo más allá, a mano derecha, hay otro pequeño valle, que ofrece pasto a un grupo de ovejas que vagan cabizbajas y despreocupadas de aquí para allá.



Hay aquí un merendero al que volveremos al final de nuestro paseo a almorzar, y en el que varios visitantes disfrutan ya de un suculento desayuno.
Restos de un bosque ancestral
Atraídos por la silenciosa llamada del bosque cercano nos adentramos en la arboleda, dispuestos a hacer un pequeño recorrido circular que nos lleve de nuevo al punto de partida.
Los árboles son sin duda lo que más nos sorprende a cada paso que damos. Enormes ejemplares de distintas especies nos dejan boquiabiertos a nuestro paso, en especial los alcornoques. No estamos acostumbrados a encontrarnos con sus gruesos troncos por estas latitudes y nos llama mucho la atención su porte y su forma.


Avanzamos por distintas zonas de este área próxima a la casona. El Llano de las Brujas, la Casa del Guarda… en este último lugar nos encontramos un bonito ejemplar de cedro canario que, nos cuentan, está catalogado como árbol singular y cuya edad supera según dicen los 200 años.

Continuamos nuestro camino y, tras cruzar un estrecho barranquillo por un puente, llegamos a una zona de descanso que da acceso a otra de las grandes sorpresas de Osorio, un pequeño reducto de laurisilva que sobrevive en la umbría del barranco. Nos adentramos unos metros y enseguida notamos como baja la temperatura. El clima y la vegetación cambian aquí por completo y nos vemos inmersos en un instante en un entorno más propio de otros bosques húmedos que hemos visitado, com el de los Tilos de Moya o el Barranco de Azuaje.

No es posible llegar hasta el final del barranco, pues nos cuentan que desprendimientos recientes impiden el acceso, así que volvemos sobre nuestros pasos y regresamos a la casona.
Estando ya casi allí nos sorprende, escondido tras el margen elevado del camino, un amplio prado cubierto de un tupido manto de flores amarillas. Un colofón visual extraordinario a esta visita a la que estamos dando ya fin.



Llegamos a un rellano en el que hacemos una última parada, junto a otro inmenso árbol singular, en esta ocasión un alcornoque, y retornamos por fin al punto de partida.

Ha sido una mañana intensa y es hora de reponer fuerzas. Volvemos al merendero cargados de provisiones y nos disponemos a dar cuenta de un merecido almuerzo. Un momento que los adultos aprovechan para descansar y los más pequeños para derrochar energía jugando felices en la inmensidad del campo y persiguiendo sin descanso a un pobre y desventurado gallo.

Cómo llegar
A la finca de Osorio se accede desde la carretera GC-43, que une Arucas con Teror. Se trata de un lugar bien señalizado, pues es muy conocido en la isla. En cualquier caso te dejamos indicado en el mapa la ubicación exacta del acceso junto al cementerio.

Debes saber que se puede acceder a la finca de forma gratuita pero es necesario solicitar un permiso previo al Cabildo de Gran Canaria. Puedes hacerlo en este enlace.
Otras microAventuras en laurisilva
Si te has quedado con ganas, tienes a tu disposición otras microAventuras cercanas, como la del Barranco del Laurel o el Barranco del Álamo, que no te puedes perder.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.