La calima es un fenómeno frecuente en las Islas Canarias que, aunque no deja de ser hasta cierto punto molesto, es un espectáculo más de la naturaleza digno de ser contemplado.
- Duración: El trayecto desde la capital es de unos 30 minutos.
- Dificultad: Sencillo. Trayecto en coche hasta el pueblo y caminata de unos pocos minutos hasta la playa.
- Imprescindible: Imprescindible frontal o linterna si piensas ir de noche como nosotros, para transitar con seguridad por la playa. Descargar artículo en PDF
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La calima y su efecto en la luz
La calima es un fenómeno atmosférico generado por vientos que transportan partículas de agua o polvo en suspensión. En el caso de las Islas Canarias, la proximidad del archipiélago a la costa africana combinada con viento del sudeste, o siroco, hace que los episodios de calima se den con relativa frecuencia.
Con una duración que generalmente cubre varios días, el polvo en suspensión procedente de las arenas del desierto del Sáhara se instala en los cielos de las islas, para desgracia, tanto de de aquellos propensos a afecciones respiratorias, como de los aficionados a observar el cielo nocturno.
Como curiosidad, aunque la calima se asocia a días de calor, parece estar demostrado que el efecto es exactamente el contrario, ya que el polvo en suspensión bloquea la radiación solar y provoca una disminución efectiva de la temperatura.
Los episodios de calima varían en intensidad, eso sí, tienen como denominador común el hecho de que tendrás que darte un salto a lavar el coche una vez hayan pasado.
Pero no todo son desventajas. Los días de calima no dejan de ser jornadas especiales, en los que la Naturaleza nos ofrece una de sus caras menos habituales, dibujando paisajes de ensueño, tamizando la luz del sol y creando una especie de filtro color sepia sobre el cielo. Además, en las horas crepusculares, la suavidad de la luz, reflejada en las diminutas partículas de polvo crea atmósferas muy sugerentes, que pueden dar lugar a estupendas fotografías.
Fotografiando al borde del mar
Una de los efectos más sugerentes que tienen estas tormentas de arena sobre el paisaje tiene lugar a la orilla del mar. Es en este escenario donde el fenómeno atmosférico hace desaparecer el horizonte, y provoca que el cielo se funda con el océano en un continuo de tonalidades pastel de singular belleza.
Nuestra intención en la MicroAventura de hoy es salir a fotografiar el amanecer con el efecto filtro de la calima a orillas del mar, aprovechando la ya de por si suave luz del crepúsculo, justo antes del amanecer.
Nos dirigimos por tanto a un lugar costero, cercano a casa pero lo suficientemente apartado como para evitar la excesiva luz de las zonas más pobladas. Ese lugar es Igueste de San Andrés.
Igueste de San Andrés, destino y origen de senderos
Igueste es una población localizada a unos 15 km de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, fácilmente accesible por carretera.
Aquí te dejamos el mapa con la ubicación exacta de este barrio costero de la capital.
El caserío esta situado en la desembocadura del barranco que lleva su mismo nombre, y es la última población accesible por carretera en la vertiente este del macizo de Anaga.
Por sus condiciones de humedad es zona de cultivo de frutales, siendo abundante el número de fincas dedicadas al cultivo de mangas todavía en activo en el lugar.
Es además punto de partida de senderos espectaculares que se adentran en el Parque Rural de Anaga, y que esperamos que en algún momento formen parte de nuestro catálogo de microaventuras. Desde aquí es posible llegar hasta lugares como Chamorga, la espectacular playa virgen de Antequera, o el famoso Semáforo de Anaga una antigua estación de señalización marítima construida a finales del siglo XIX, que está localizada en lo alto del macizo que bordea el pueblo, y cuya función principal era avisar al puerto de los barcos que se aproximaban para preparar su atraque, además de vigilar el contrabando.
Nuestro destino en esta ocasión es más modesto, y nos dirigimos a la propia playa de Igueste, a la que se accede de forma sencilla a través de las calles del pueblo, pasando junto a la iglesia de San Pedro Apóstol, y cruzando las pintorescas callejuelas que serpentean entre las últimas casas de la zona, al margen derecho del cauce del barranco en dirección al mar.
La playa, en su mayor parte de callaos, ofrece de por sí un paisaje singular, pues combina la estampa costera típica de las islas con plantaciones que llegan prácticamente a la orilla del mar. Un muro de piedras separa la última zona de cultivo del área que llega a cubrir la marea alta, y junto a él hay una pequeña construcción, que intuimos es un cuarto de aperos de los agricultores de la zona.
Fotografiando el amanecer
Puesto que nuestro interés esta fotografiar el amanecer, llegamos a la zona en plena noche. Esto no supuso ningún problema para transitar por el pueblo, que se encuentra bien iluminado, sin embargo al llegar a la zona de la playa se nos hizo indispensable hacer uso de frontales o linternas, pues el terreno está conformado básicamente por piedras de diverso tamaño, y es fácil resbalar y caer si no se va atento y con cuidado.
En cuanto a la fotografía en sí son múltiples las posibilidades que ofrece un lugar como este. En primer lugar la costa de la ciudad de Santa Cruz, que se puede observar claramente iluminada a la derecha de la playa. la gran cantidad de barcos que fondean en la cercanía de la zona portuaria constituyen un motivo adicional de interés fotográfico, si bien para hacer una composición interesante necesitaremos hacer uso de un teleobjetivo, pues la ciudad y el puerto se encuentran relativamente lejos.
En la orientación opuesta a Santa Cruz tenemos visual directa hacia el lugar por el que va a salir el sol, con lo que podremos componer fotografías que lo incluyan en el encuadre, o que capturen el efecto que produce en la atmósfera cargada de polvo en suspensión, minutos antes de que sobrepase la línea del horizonte.
En esta zona también se puede retratar el mencionado Semáforo de Anaga, y el cementerio del pueblo, ambos insertados en el macizo montañoso que delimita el extremo norte del pueblo y que, como decíamos, merecen una visita futura.
Por último, estar a orillas del mar en horas tempranas de la mañana es un momento ideal para realizar fotografías de larga exposición, consiguiendo ese bonito efecto seda causado por el movimiento del agua entre las rocas, que de otro modo sólo sería posible obtener mediante el uso de filtros en nuestra cámara. El día de nuestra visita tuvimos además la suerte de que había cierto oleaje, lo que nos permitió, ya de día, sacar alguna fotografía de las olas que rompían en la zona.
Tras dedicar casi dos horas a hacer fotografías y disfrutar en exclusiva del sonido del mar batiendo contra las rocas, recogimos nuestro bártulos, ya de día, y nos dirigimos a degustar un merecido desayuno en el cercano pueblo costero de San Andrés, todavía con todo el día por delante (es esta una de las ventajas de madrugar).
Te dejamos a continuación algunas de las fotografías que sacamos aquel día. ¿Qué te parecen?
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