¿Qué tienen las cimas de las montañas que tanto nos gustan? Nos vamos hoy al Alto de Guajara, la cuarta cumbre de Canarias, en una microAventura que combina senderismo con fotografía y algo de astronomía.
- Duración: Algo más de 5 horas para recorrer alrededor de 13 km. Se puede hacer en menos, pues nos detuvimos largo rato en la cima, además de hacer alguna pequeña parada durante el trayecto.
- Dificultad: Moderada - Alta. Si no estás habituado a caminar ten en cuenta que es un sendero con bastante desnivel, terreno en ocasiones resbaladizo y en un entorno de alta montaña.
- Imprescindible: Salvo que vayas de noche, lo más probable es que el sol te acompañe largo rato. Ve preparado con gorra y protector solar. Si puedes madrugar para comenzar a caminar temprano, mejor. Descargar artículo en PDF
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Una microAventura de altura
Subir una montaña se está convirtiendo ya en un hábito. ¿Será la incomparable vista que se disfruta desde un promontorio elevado? ¿Quizás el aire que se respira, tanto más fresco cuanto más alta es la cima?
En esta ocasión hemos decidido subir al Alto de Guajara, una de las cumbres que siempre hemos tenido como objetivo. Su aspecto imponente desde el edificio volcánico que rodea Las Cañadas del Teide hace que no haya pasado desapercibida en nuestras frecuentes visitas al parque. ¿Cómo se llegará allá arriba? ¿Cuán impresionantes vistas podrán disfrutarse desde la cima? ¿Se verán desde lo alto las siete Islas Canarias? Estás a unos cuantos párrafos de tener las respuestas a estas preguntas, y alguna que otra más.
Como hemos dicho, el Alto de Guajara (2717m), o también Montaña Guajara, es la cuarta cumbre de Canarias, tras el Teide (3718m), Pico Viejo (3135m) y Montaña Blanca (2748m), todas en el entorno del P.N. del Teide.
Se trata de un impresionante macizo localizado prácticamente sobre el parador de Las Cañadas, justo en frente del Pico del Teide. Desde él se divisa, no sólo gran parte de la caldera, sino una parte importante de la vertiente sur y este de la isla de Tenerife.
La caminata hasta coronar la cima transcurre por varios de los senderos del parque nacional, a pesar de lo cual el lugar no es uno de los más frecuentados. La razón principal es el desnivel que hay que salvar, de más de 500m, unido a la dificultad añadida de caminar en un entorno de alta montaña.
Cómo llegar
La ruta habitual es un trayecto circular con salida y llegada en el Parador. Tanto si lo realizas en sentido horario como en sentido contrario, pasarás por los senderos 4, 31, 15 y 5. Nosotros decidimos avanzar en sentido contrario a las agujas del reloj, con el fin de hacer la parte más dura en primer lugar.
Tras dejar el coche en el parador nos dirigimos hacia la base de la montaña, a través del sendero nº 4 -Siete Cañadas. La ruta nos era familiar, pues, como sabes, realizamos esta larga caminata semanas atrás. Llegados al cruce con la pista forestal encontramos la señalización que nos indica la conexión con el sendero nº 31. Comienza el ascenso, de unos 1,5 km.
Después de una subida no exenta de varias paradas, pues la pendiente así lo aconseja, alcanzamos el cruce con el sendero nº 15, que nos llevará directos a atravesar la gran pared de roca que se yergue sobre nosotros.
Tras otro trayecto de continuo ascenso llegamos a una zona algo más llana, que desemboca en un nuevo cruce. Es en este punto donde tomamos un desvío a la izquierda que nos lleva directamente al Alto de Guajara.
La vuelta transcurre volviendo al cruce anterior y continuando el mismo sendero nº 15 por donde lo habíamos dejado. Avanzado un buen trecho, durante el cuál tendrás la sensación de dirigirte en sentido equivocado, el camino da la vuelta y alcanza un nuevo cruce, en el que conecta con el sendero nº 5.
Aquí, ya en bajada, descendemos de lo alto del macizo para llegar al camino nº 4, Siete Cañadas, que transcurre, ahora en llano, por el fondo de la caldera.
Desde esta zona retórnamos al parador, en un trayecto menos exigente, pero que se hace largo después del esfuerzo realizado.
La caminata completa nos llevó alrededor de 5 horas, contando con las numerosas paradas y el tiempo que dedicamos a disfrutar de la visita en lo alto de la montaña.
Aunque no se trata de una ruta excesivamente difícil si estás en forma, ten en cuenta que hay que salvar un importante desnivel, y que la mayor parte del tiempo caminarás en subida o en bajada. Una buena cantidad de provisiones, fundamentalmente agua y frutos secos, es indispensable para sobrellevar el esfuerzo realizado.
Cada parada es un mirador
La experiencia de subir al Alto de Guajara no puede ser más enriquecedora. Cada parada en el trayecto es como asomarse a un balcón. Si eres capaz de resistirte a la siempre magnética silueta del Teide, descubrirás una infinidad de paisajes que, dentro de su parecido, son diferentes cada vez.
Tras dejar a la izquierda las singulares formaciones rocosas de “El Capricho”, el camino ascendente nos va revelando una escena cada vez más aérea, con los Roques de García y el valle de Ucanca luciendo más diminutos a cada paso.
Un solitario cedro (Juniperus cedrus) espera algunos metros más arriba, como invitando al caminante a llegar hasta él.
Durante el ascenso son constantes las miradas a lo alto, tratando de atisbar por donde discurrirá el camino. No parece en la distancia que haya manera alguna de llegar a la cima. Sin embargo, la senda, que en ocasiones desaparece entre restos de desprendimientos, vuelve a revelarse unos metros más adelante.
Salvado el primer tramo de desnivel, el trayecto nos da un respiro, y paramos a descansar en un cruce de caminos donde el viento, que se hace notar en la zona, ha girado completamente parte de la señalización de los senderos. Colocamos correctamente el cartel, para evitar confusiones incómodas a algún futuro visitante, y retomamos el andar, ahora con vistas a la vertiente sur de la isla.
Miramos hacia adelante, la imponente pared de roca está cada vez más cerca y, sin embargo, no ofrece ninguna pista sobre cómo la atravesaremos. Sólo cuando estamos ya bajo su sombra aparece ante nosotros un paso, un desfiladero entre la inmensa pared de piedra por el que ha de continuar nuestro paseo.
Y efectivamente, así es. El camino atraviesa el desfiladero, donde el Sol de la mañana apenas alcanza a entrar, y avanzamos a la sombra hasta lo alto de la montaña. Llegamos aquí a una zona más llana, que recorremos con viveza, pues ya casi hemos llegado a nuestro destino. Y al cabo de unos minutos, por fin, coronamos el Alto de Guajara.
En la cima aguarda un premio
Al llegar a la cima uno se queda sin aliento, no sólo por lo arduo de la caminata, sino por la visión que se revela ante nuestros ojos. La isla se presenta ante nosotros casi en su totalidad. No sólo ella, sino sus hermanas más próximas; La Palma y la Gomera en una dirección, y Gran Canaria en sentido opuesto, también lucen sobre las nubes parte de sus cumbres. Dicen que en días claros pueden verse las siete.
El aire es puro y fresco, y corre una ligera brisa que, sin ser del todo molesta, nos recuerda que estamos en terreno hostil. Como si la naturaleza nos estuviese dando una tregua, permitiéndonos estar allí por unos instantes tan solo, antes de desatar toda suerte de inclemencias meteorológicas.
Más allá de las maravillosas vistas, que nos tuvieron absortos durante largo rato, el otro elemento de interés es una antigua construcción de piedra ubicada en la zona.
Se trata de los restos de un pequeño refugio. Construido entre el 24 de junio y el 26 de septiembre de 1856 por Sir Charles Piazzi Smyth, fue diseñado para erigir en su interior el Primer Observatorio de Alta Montaña del mundo.
El señor Piazzi, tal y como hizo más tarde el astrónomo francés Jean Mascart, eligió la montaña de Guajara para realizar sus observaciones. El primero de ellos subió hasta la cima un telescopio de grandes dimensiones. Su finalidad era demostrar la mejora de la calidad de las observaciones hechas con telescopios al evitar las capas inferiores de la atmósfera. Las observaciones y experimentos de aquella campaña serían honrados posteriormente, bautizando en la Luna los Montes Teneriffe.
¡Cuán grandes no serían los esfuerzos necesarios para llevar hasta arriba semejante cargamento, a mediados del siglo XIX! El segundo habitante temporal de este lugar, 54 años más tarde, acondicionó el refugio con objeto de sobrevivir a las duras condiciones meteorológicas del invierno, en su propósito de observar el cometa Halley en su aproximación a la Tierra, en 1910.
No podemos marchar sin dejar un recuerdo de nuestro paso, en unos cuadernos que otros caminantes pasados han dejado guardados entre los muros del refugio.
De regreso
Con el objetivo cumplido iniciamos el camino de vuelta, ya más ligeros, pues transcurre en bajada. Coincidimos con varios senderistas algo menos madrugadores, que llegaban a lo alto desde ambos lados del sendero.
La bajada, que transcurre en gran parte por la vertiente sur de la isla, ofrece nuevos paisajes por descubrir. Por un lado el impresionante barranco del Río, que nace por estas cumbres. Por otro, los distintos cerros que jalonan la parte alta de la caldera, en dirección noroeste: la Morra del Río, el Roque de la Grieta o el Topo la Grieta.
De nuevo alcanzamos la sombra, pues nuestro andar nos lleva de vuelta al interior de la caldera, tras un descenso ligero aunque algo largo.
Llegados a la zona de Siete Cañadas nuestro cuerpo agradece el caminar sobre terreno llano. Aunque aún nos quedan algunos kilómetros para finalizar la aventura, vamos ya con la satisfacción de haber cumplido nuestra meta.
¡Cuántas cosas diferentes vistas y vividas en una sola mañana! Una sensación de felicidad nos llena, sabedores de que éste no es un día cualquiera, es el día en que subimos al Alto de Guajara.
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