Benijo

Hoy visitamos lo que sin duda es uno de los lugares más fotografiados de Canarias. La playa de Benijo, en la costa norte de Tenerife. ¿Te vienes con nosotros?

Cómo llegar a la Playa de Benijo

Llegar a la playa de Benijo en la isla de Tenerife es algo incómodo pero merece la pena. Necesitarás aproximadamente una hora partiendo de Santa Cruz o de La Laguna, por una carretera en buen estado, pero con innumerables curvas. El Macizo de Anaga es una formación montañosa espectacular, con una altitud media de unos 1000 m, se interpone entre las dos ciudades y la Playa de Benijo. Pero, lejos de ser un inconveniente, el trayecto te permitirá contemplar gran parte del monteverde o bosque de laurisilva que ocupa a cierta altura, la cara  norte de la isla.

En las vertientes orientadas al sur, las montañas casi desnudas y los barrancos se precipitan hacia el mar.  En cualquier caso deberás llegar hasta El Bailadero y tomar la carretera hacia Taganana que te llevará en un rápido descenso hasta la costa. Alcanzas la orilla del mar en Almáciga un pequeño caserío. Continúas por la carretera unos centenares de metros más, momento en que esta vuelve a ascender  hasta un promontorio donde hay algunas casas de comida. Es momento de aparcar el vehículo y buscar el comienzo del sendero que te llevará a la playa.

Es muy pendiente y pronto se transforma en una sólida escalera con piso de piedra y valla de madera. A los pocos minutos de iniciar el descenso un cartel totalmente emborronado oculta casi con seguridad avisos sobre la peligrosidad de la playa para bañistas y visitantes.

Un panorama espectacular

Baja despacio y detente de vez en cuando para contemplar el magnífico espectáculo que se ofrece a tus ojos.

Respira, escucha, observa. La maresía, el ruido de las olas. la altura y la frecuencia de las mismas, el estado de la mar y especialmente el ciclo de la marea. La marea es la gran delimitadora del espacio que ocupa la arena. Ésta es fina y clara junto a las olas y negra en la franja más cercana a tierra. Junto a los acantilados queda rodeada por una banda de piedras de gran interés geológico.

La bajamar deja ver una extensa planicie de arena con suave pendiente apenas perceptible y varias decenas de metros de anchura, brillante y mojada por el suave oleaje de esa tarde.

Los Roques

Si es la primera vez que llegas a este lugar la imagen nunca se te olvidará. Ante tus ojos se levantan a lo largo de la costa una serie de roques más o menos próximos a la orilla, El Roque de Benijo, el de la Rapadura, más lejos los Roques de Anaga, el de Dentro o de Tierra y el de Fuera con sus dos elevaciones.

El contraste de su verticalidad con la línea del horizonte es sorprendente y queda reforzado por los acantilados del macizo de Anaga.

Crepúsculo en Benijo

Nada como la hora y el estado de la atmósfera para modificar el aspecto de un lugar. No, hoy no es el día en que el mar y el cielo azules brillan bajo el sol del verano, ni tampoco es el día para contemplar la blanca espuma de las olas que rompen incesantes contra los oscuros acantilados. Visitamos Benijo esta tarde de otoño, a la hora del atardecer cuando el sol queda rápidamente oculto por las montañas y donde una nubosidad indefinida parece envolverlo todo.

Caminamos por la playa de Benijo así, casi vacía, viendo deportistas que ya se retiran agotados, bañistas que apuran los últimos pasos sobre las olas, fotógrafos que se han acercado al lugar y recogen sus equipos, y todo ello nos deja una sensación difícil de describir. Cae la noche, inusualmente cálida y húmeda, encendemos las linternas y, la ahora interminable escalera, en la que confiamos, nos devuelve fatigados al punto de inicio. Es el momento de pensar en volver a la Playa de Benijo.